La respuesta a los problemas complejos por parte del gobierno mexicano, en los que no tiene voluntad, es la creación de algún espacio burocrático que dé la impresión de que se atiende el conflicto, mediante una nueva instancia burocrática, con algún nombre ingenioso. La respuesta efectista frente a problemas complejos, es la forma más simple y hasta cierto punto rentable -también- de responder, en opinión pública, a demandas sentidas de la población.

Es así que cuando se agudizó la demanda por una fiscalización efectiva de las instituciones públicas, se creó en Jalisco la Auditoría Superior del Estado de Jalisco. Para tal efecto, se aprobó una de las leyes de fiscalización de mayor avanzada en el país, con una estructura de funcionamiento costosa, que a primera impresión incidiría de forma efectiva en la fiscalización de los recursos públicos. La Auditoría Superior hoy es cuestionada por prácticamente todas las fuerzas políticas, a pesar de que estructuralmente está bien planteada. A la vez, ha sido imposible que acuerden el relevo de su titular.

Un segundo ejemplo de oficinas sin resultados es el pomposo aparto, tan sonado y en su momento alabado, como el de la Fiscalía General. Una apuesta a que con una gran corporación de seguridad, que centralizara todas las funciones en la materia, se resolverían los problemas de la creciente inseguridad que se dispararon a finales del gobierno de Emilio González. La Fiscalía de hoy reporta las mismas dificultades y limitaciones que la antigua procuraduría, que nos costaba menos recursos públicos. Los indicadores de inseguridad se sostienen, tal como la incapacidad de las fuerzas policiacas para lograr acuerdos de coordinación. No obstante, se reformó en dos ocasiones la Constitución de Jalisco para crear esta costosa burocracia centralizadora, que no ha demostrado la efectividad con que la presentaron los discursos oficiales.

Un cuarto caso es el del Instituto de Transparencia e Información Pública del Estado de Jalisco ITEI. Se trata de un organismo que a pesar de tutelar algunas peticiones de acceso a la información pública, no ha logrado inhibir la corrupción.  Jalisco y México hoy tienen un peor sitio en materia de corrupción, a pesar del enorme gasto para “transparentar” la información. Es decir, tenemos una corrupción e impunidad, que sólo son más visibles. Logramos transparentar los abusos de autoridad, el tráfico de influencias y los enriquecimientos ilícitos. Pero de fondo, el acceso a la información pública, no ha conseguido disminuir la corrupción.

Estos casos tipo nos indican que la creación de una nueva instancia, supuestamente para combatir la corrupción, no garantiza nada, excepto primeras planas para los entusiastas impulsores que se pelean por la paternidad del “sistema”. Medidas efectistas para simular que se resuelven problemas complejos, dejando totalmente inalteradas las causas que originan la corrupción: la red multipartidista de complicidades…

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