A la candidatura de la demócrata, Hillary Clinton, se le identificó como la que representó a los poderes fácticos en Estados Unidos: a la “nomenklatura”. Mientras que Donald Trump se dice que fue “antisistema”. Hillary Clinton obtuvo 630 mil 872 votos más que Donald Trump, pero, gracias al sistema (al sistema de Colegio Electoral), Trump se perfila a ser presidente electo de Estados Unidos. Como nunca antes había sucedido, a dos semanas de la elección, una carta del director del FBI alertó sobre la reapertura de la investigación a la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, sobre los emails borrados desde su cuenta personal. La aparente falsa alarma le costó entre cuatro y ocho puntos porcentuales. Entonces, ¿quién fue en realidad beneficiado por el “sistema”, por eso que se entiende como el establishment? 

Trump quedó 630 mil 872 votos abajo que la candidata demócrata, pero obtuvo 62 miembros más que Hillary en el Colegio Electoral (Trump 290, Hillary 228). No es habitual que se presente una diferencia entre la mayoría del voto popular (votos totales), contra la mayoría de los votos obtenidos en el Colegio Electoral. Pero ha ocurrido en cinco ocasiones. La más reciente de la época moderna aconteció en las elecciones del 2000, cuando compitieron George W. Bush contra Al Gore. Durante dos siglos se ha intentado cambiar el sistema electoral, sin éxito. Con esta elección se despierta otra vez el debate para reformar el sistema de elección del presidente mediante Colegio Electoral. Incluso, hay un petición firmada por seis millones de personas (hasta ayer), que solicita a los miembros del Colegio Electoral, NO elegir presidente a Donald Trump, el siguiente 19 de diciembre que se reunirán. Sólo hasta que voten (ojo) el 19 de diciembre, Trump será, oficialmente, presidente electo.

El Colegio Electoral es el “filtro” que crearon los fundadores de la democracia Americana. De esta forma, el pueblo elige un colegio electoral, que a su vez, elige un presidente. Alexander Hamilton, quien es considerado uno de los artífices de la forma de gobierno de Estados Unidos, escribió en The Federalist, que en la Constitución debía asegurarse que la Presidencia “nunca recaiga en manos de ningún hombre que no esté dotado con las capacidades requeridas”. Se buscó que la elección presidencial estuviera en manos de un Colegio Electoral, integrado por “los hombres con más capacidad de analizar las cualidades necesarias para el puesto y después de circunstancias favorables a la deliberación” (Artículo en Univisión de María Ramírez: “Cómo eliminar el colegio electoral: el sistema que creó Hamilton contra demagogos y que le dio la victoria a Trump”. 10/11/2016). Como bien lo señaló el profesor de historia y política social de Harvard, Alexander Keyssar, “los padres fundadores [de la democracia] estarían espantados con Trump. Es el tipo de persona que querían tener fuera de la Presidencia, tenían mucho miedo de los demagogos”.

No obstante que el filtro está, para ello, el Colegio Electoral (CE) apenas realiza hoy un acto simbólico, en el que ya no hay deliberación. Los miembros del CE se reúnen en el Capitolio de cada entidad federativa y emiten su voto, que a su vez es enviado a Washington, para que se haga el cómputo final en una sesión conjunta del Congreso. Incluso, hoy la mayoría de los estados tienen leyes para castigar con multas a los miembros del Colegio Electoral que no voten por el candidato del partido por el que fueron nominados. El último caso registrado fue en 2004, cuando delegado por Minnesota votó por John Edwards, candidato a vicepresidente, en lugar de votar por John Kerry. Se le conoce a este fenómeno como  “elector infiel”, Faithless elector. En la historia de este país, el caso más significativo fue el de 12 delegados del Colegio Electoral provenientes de los estados del Sur, que en 1960 no votaron por Kennedy. Hasta hoy, la rebelión de los “infieles” no ha logrado cambiar el resultado previsible, aunque sí es posible. Difícilmente ocurrirá esta vez, cuando Trump ya se amarró con la “nomenklatura” de su partido, al designar como su jefe de Gabinete de la Casa Blanca, justo al Presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus.

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