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Las propuestas en materia de seguridad experimentan un efecto de péndulo en voz de quienes están llamados a tomar decisiones. A nivel federal, la propuesta del gobierno de Peña Nieto fue reincorporar la Secretaría de Seguridad Pública –una creación de Vicente Fox– a la Secretaría de Gobernación. La necesidad de la reforma parecía tener sustento, ante la multiplicación de delitos en el sexenio de Felipe Calderón: la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, de 2006 a 2012, pasó de 10.89 a 18.33. No obstante, paradójicamente, los resultados que obtuvo la decisión de devolverle la Policía Federal a gobernación empeoró en la gestión de Peña Nieto: la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, de 2012 a 2017, ¡pasó de 18.33 a 20.52! Se trata de la tasa de homicidios dolosos más alta desde que se tienen registros. La historia parece repetirse. López Obrador y Ricardo Anaya, actualmente los dos punteros en las encuestas, proponen crear, de nueva cuenta, la Secretaría de Seguridad. Aunque en el pasado esto ha fracasado.

En Jalisco ocurre lo mismo. El Gobierno del estado planteó, casi como la panacea a los trágicos índices de inseguridad, la megafusión de la Procuraduría y la Secretaría de Seguridad en un aparato burocrático sin precedentes: la Fiscalía General. Se decía que ésta permitiría un mejor combate a la criminalidad. Sin embargo, eso lamentablemente no sucedió. Con Emilio González, la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, de 2006 a 2012, pasó de 6.07 a 15.49. Durante la gestión del Gobernador Aristóteles Sandoval, la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, de 2006 a 2017, ¡pasó de 15.49 a 16.88! Hoy día, Enrique Alfaro y Miguel Castro, en materia de seguridad pública, dejan nuevamente de manifiesto este efecto pendular: ambos plantean restituir la Secretaría de Seguridad Pública y dar marcha atrás a la fusión.

La pretensión por resolver todos los problemas graves, creando burocracia, nos distrajo de dos asuntos importantes: 1) el de los perfiles de los secretarios; y 2) el de la voluntad política. Curiosamente, lo último que se discute mediáticamente, y lo último que definen los candidatos, son los perfiles de quienes serán los responsables de la seguridad. De igual forma, la ‘innovación institucional’ efectista parece olvidar otro factor importante, la genuina voluntad política del gobernante en la materia, misma que generalmente no se acredita. La corrupción, la Inseguridad, la violencia contra las mujeres, el acceso a la información pública y otros muchos temas, no se resuelven queriendo apantallar a la sociedad con más y más burocracia…

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