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El día de ayer se llevó a cabo la polémica reunión del presidente, Enrique Peña Nieto, y el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump –a propuesta e invitación del mandatario mexicano, para ambos candidatos (Clinton y Trump)–. El resultado de la reunión fue trágico –y esperado–. No obstante, en principio, la estrategia era muy arriesgada: Peña Nieto podría dar la sorpresa de negociar un discurso y acciones menos drásticas para México –en voz de Trump–, o bien, que la reunión resultara un harakiri. Resultó lo segundo. En Los Pinos, Donald Trump insistió en la necesidad de construir el Muro [«EU tiene el derecho de construir un muro fronterizo»], renegociar el TLC [«México se ha beneficiado más y esto debería revisarse»], así como revisar el tema del narcotráfico y parar el tráfico de armas a través de un Muro [Trump matizó la construcción del Muro, y lo planteó no sólo como un método para detener la inmigración ilegal, sino también el narcotráfico y las armas hacia México]. Es decir, el candidato republicano siguió prácticamente en la misma tónica discursiva. Por su parte,grosso modo, Enrique Peña Nieto, señaló que los mexicanos en EU son hombres de bien, «honestos y trabajadores», que el TLC beneficia a ambos países, que el próximo presidente norteamericano encontraría en México «a un vecino que trabaja para fortalecer la relación», y que nuestro país no intervendría en el proceso electoral de EU (una obviedad).

 

Las redes sociales enardecieron en comentarios de indignación. No obstante, hay que decirlo, el diálogo es y debe ser el método por excelencia para la resolución de los conflictos políticos en las democracias modernas y el mundo civilizado. Más aún, si se considera el contexto político entre ambas naciones, la de México y nuestra cercanía con lo que algunos llaman la ‘Nueva Roma’ –la única Super Potencia de la Historia que ha reunido la característica de ser primer potencia bélica, económica, científica y política, como señala Kissinger–. La política exterior entre ambas naciones es geopolítica –la más ríspida de todas, en cualquier parte del Mundo–. Es decir, tan intransigente resultan los polémicos comentarios de Trump, como el hecho de cerrarse al diálogo en miras de una solución a la política lesiva que pretende hasta ahora un candidato en condiciones reales de ocupar la presidencia. Ahora bien, debe decirse también que se dieron importantísimos matices en las palabras de Trump: matizó los fines del Muro que propone [no sólo como tema antimigratorio sino de seguridad: detener el flujo del narcotráfico y las armas entre ambos países, éstos últimos verdaderos problemas de México], y señaló para sorpresa de propios y extraños «un gran respeto por los mexicano-estadounidenses, les doy empleo a muchos, muchos amigos vienen de México». En política, la palabra cuenta.

El hecho de haberle ofrecido un diálogo a ambos candidatos –en específico a Trump– fue un cálculo errado, a la luz del resultado. La baja popularidad del presidente y las fibras sensibles que tocaría en los mexicanos, conllevaba una fórmula explosiva. Sobre todo de cara a que todo parece indicar que el próximo titular de la Presidencia de los EU será Hillary Clinton. RealClearPolitics, asegura 262 votos electorales para Clinton, mientras que a Trump sólo le otorga 154 votos electorales seguros [son 270 votos los necesarios para declarar a un ganador]; y predictit.org, el sitio norteamericano especializado en apuestas políticas, da 72 por ciento de probabilidades de que gane Clinton. En ese sentido, parece que a Clinton no le gustó nada la reunión entre Peña Nieto y Trump, pues el día de ayer, a través de redes sociales, se empeñó en recordar todos los comentarios de Trump sobre México. No obstante, vistas las cosas desde otra óptica, debe resultarnos tan ofensivo los comentarios de Trump, como el severo cuestionamiento e innegable molestia de Clinton sobre la política exterior que realizó el Estado Mexicano en ejercicio de su autodeterminación y soberanía. Lo cierto es que con presidente demócrata o republicano, incluso ‘pro migrante’ (Obama), México en centurias no ha recibido beneficios claros de una relación bilateral, que ha sido siempre vejatoria al interés y derechos de los mexicanos.

gabtorre@hotmail.com