Efectivamente, el artículo 39 habla de la soberanía del pueblo. No obstante, en ningún momento le faculta, a ninguna persona que no pase por un proceso democrático sancionador, a erigirse en la o él pretendido representante legítimo de la “sociedad civil”, sólo porque ha formado una organización (o membrete) que puede agrupar a 20 o 100 ciudadanos.

Pretender autonombrarse en la voz autorizada de la sociedad civil, es parte de ese discurso maniqueo de esos que hoy hacen activismo político en favor de un partido (que también se dice ciudadano), vestidos con la sacrosanto manto de la “sociedad civil”, o de lo “ciudadano”, que al parecer es algo así como una marca registrada para usufructo personal de quienes no se han sometido al escrutinio de las urnas, jamás, pero pretenden decirnos en ruedas de prensa cómo debe participar la “ciudadanía”. Zas. Incluso, tirarles línea justo a quienes sí fueron democráticamente electos por una amplia mayoría de ciudadanos. El mundo al revés. Es oportuno insistir, la sociedad civil somos todos: tan ciudadanos son los que están dentro, como los que no militan en ningún partido. Son parte de la sociedad civil los que participan en el gobierno, como aquellos están fuera de él.

Los ciudadanos, efectivamente, deben decidir como participar en la democracia. Por ello las democracias construyen instituciones, no ocurrencias o protagonismos personales que se autonombran voces autorizadas que nadie eligió, pero que por obra y gracia de los medios de comunicación, aparecen, de la noche a la mañana, como “la sociedad civil” personificada. Además una muy bribona, que realiza trabajo político encubierto para un partido desde un membrete, pero que niega su participación política para poder medrar con la intelequia de eso que sólo ellos dicen representar: “la sociedad civil”. Ya auto erigidos en “porta voces” únicos, buscan imponernos cómo se debe participar (faltaba más), incluso al margen de las leyes e instituciones. Hablan en plural, como si estuvieran autorizados, sobre cómo queremos nuestra democracia y nuestra participación ciudadana. ¿Cuándo nos consultaron?

Pues bien, basado en el mismo artículo 39 constitucional, asumo plenamente mi derecho a disentir con esos autonombrados representantes de la sociedad civil ¿quién los eligió? También ejerzo mi derecho a desconocer esas directrices gandallas que buscan engañar sobre ese activismo político (que todos sabemos que hacen para un partido) con la careta siempre conveniente de una “sociedad civil”, de la cual se sienten versados y únicos intérpretes. Mi modesta opinión como ciudadano (en singular), es que el Consejo Consultivo “Ciudadano”, significa un remedo mal hecho que no reporta mayor utilidad, y sí duplica las funciones que por ley tiene el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco.

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