Imagen: La Silla Rota Hidalgo

El dilema entre “salvar vidas” o “salvar la economía”, resulta un falso debate. En una pandemia, si no se actúa para salvar vidas, la economía colapsa por la cantidad de enfermos, de saturación de hospitales y de caos social que puede ocasionar la ausencia de autoridad para proteger el principal bien que debe salvaguardar el Estado: la integridad física de sus habitantes. Antes bien, las medidas de contención sanitaria son necesarias para proteger la economía, justamente. Sin vida no hay economía, PIB, inflación, exportaciones ni mercado. Para que funcione la economía es necesaria una fuerza de trabajo y de producción, que enferma o muriendo en medio de una pandemia, termina por desencadenar caos social, malestar extremo, saqueos e inactividad.

Efectivamente, Jalisco no tiene una pandemia desbordada. Hoy no es así porque la tasa de contagios del covid-19 se ubica entre los últimos tres lugares. Esto derivado de una eficaz y responsable estrategia de respuesta, a pesar de contar con: 1) una población urbana que asciende al 87 por ciento; 2) la segunda zona metropolitana (de Guadalajara) más grande en términos poblacionales en México [sólo superada por la del Valle de México]; y 3) uno de los cuatro estados con mayor número de migrantes en los Estados Unidos –epicentro actual de la pandemia–.

Pero por sentido común, no se debe reiniciar actividades justamente en el momento en que ocurre el mayor crecimiento de contagios. Eso ya lo advirtieron los expertos, que dejaron de ser escuchados por la autoridad. Pero en efecto existe una presión social de quienes calculan a corto plazo, aunque los costos -incluso económicos-, sean mayores a mediano y largo plazo (nuevas medidas de confinamiento y cientos o miles de muertos más). Desde el 18 de mayo, Jalisco aumentó su movilidad social, y con ello, una aceleración en los contagios por covid-19. Del 18 de mayo a hoy, los datos indican que esa ‘Fase Cero’, que cada quien entendió como le dio la gana, llevó a un relajamiento casi generalizado de las medidas de aislamiento y al reinicio, con o sin autorización, de muchas empresas y actividades. Un costo que pagarán, incluso con su vida, aproximadamente 10 de cada 100 enfermos de covid-19, por la elevada tasa de letalidad.

La situación privilegiada de Jalisco se explica debido a las estrategias que el gobierno estatal adoptó, para proteger las vidas y con ello la economía de los jaliscienses. De forma que fuimos la primera entidad de la República en suspender clases, eventos masivos, actividades económicas no esenciales y llamar al resguardo domiciliario. También, la primera entidad en implementar una cuarentena generalizada obligatoria, y una de las primeras en exigir el uso del cubrebocas en la vía pública. Esa acción coordinada y razonada en Jalisco, le coloca como una de las entidades que mejor ha aplanado la curva de contagios. Incluso, la calificación del gobernador de Jalisco creció entre 15 y 20 puntos porcentuales (hasta raja política dio). Pero nada bueno es para siempre. La sensibilidad duró poco. Hoy se reinicia, ‘gradualmente’. Sólo hay que observar hoy las calles, bares, tiendas para entender que lo ‘gradual’ incitó una avalancha desbordada de confusión, deliberada simulación o autoengaño.

@gabriel_torrese

https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/reinicio-gradual-simulacion-o-autoengano