Imagen: Gobierno de la Ciudad de México

Centros para el Control y Prevención de Enfermedades recomendaban a los estadounidenses usar mascarillas de tela –caseras– a efectos de prevenir la propagación del Covid-19. Pareciera un asunto, incluso, de sentido común, a la luz de los siguientes datos derivados de investigaciones recientes sobre el Covid-19 que advierten: 1) el virus puede sobrevivir en el aire hasta por tres horas –expulsado por ‘gotículas’ después de estornudar, hablar, toser e, incluso, respirar–; 2) que la forma más eficaz de contagio resulta precisamente del contacto de la cara con esas ‘gotículas’; 3) que el 80% de los infectados son asintomáticos o presentan síntomas leves [el portador no acude a un hospital]; y 4) que un contagiado presintomático tiene una capacidad eficaz de contagio. No obstante, la OMS, insiste que el uso de cubre boca sólo es recomendable cuando una persona se encuentra infectada de Covid-19 o se tiene contacto con alguna de ellas. 

Pero, ¿cómo puede saberse si una persona se encuentra contagiada? Por más amplio que sea el número de pruebas, nunca alcanzarán el ‘universo’ de contagiados en un país: Corea del Sur, el país que realiza mayor número de test en el Orbe, ¡apenas registra una tasa de 6 mil148 pruebas de coronavirus por cada ¡millón de habitantes!
 
Un artículo reciente publicado en The New England Journal of Medicin, intitulado, “Universal Masking in Hospitals in the Covid-19 Era” señala que el uso universal de la mascarilla, por sí sola, “no es una panacea” (¿¿¿???). Pero ¿qué sí es una panacea? Ni siquiera el lavado constante de las manos, una práctica de vital importancia puesto que –según diversos estudios– una persona, en promedio, se toca la cara –la mayoría inconscientemente– en unas 23 ocasiones cada hora; y el 40% de ellas los dedos se dirigieron a la boca, nariz u ojos. No parece nada real que una persona se lave, por lo menos, en 23 ocasiones las manos cada hora, y lo haga precisamente antes de tocarse el rostro, para que esta pueda ser una medida infalible y 100% profiláctica [vamos, ni siquiera el uso del condón per se lo es, tanto para evitar embarazos como enfermedades venéreas]. 
 
Asia, en particular China, Singapur, Taiwán, Corea, Japón, Hong Kong y Corea del Sur, sin recurrir a cuarentenas generalizadas ni al confinamiento social, hoy acreditan una envidiable contención de la pandemia, en buena medida gracias al uso del cubrebocas entre la población civil. En Asia, su uso es ya obligatorio en Vietnam [cero muertos por Covid-19]; y en Europa, en Eslovaquia [una muerte] y República Checa [62 muertes]. Acertadamente, la UNAM y la U de G ya recomiendan el uso generalizado del cubre bocas. Este mes, el gobierno nipón distribuirá cubrebocas de tela lavables en 50 millones de hogares. En México, el Gobierno de Yucatán acaba de hacer obligatorio su uso en espacios públicos. En Rusia y China empiezan a elaborarse cubrebocas de tela con ‘nanopartículas’ de plata, mismas que acreditan funciones anti-virales en las ciencias médicas. En México, el Instituto Politécnico Nacional trabaja en su producción de mascarillas justo con esta tecnología. 
 
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/usar-o-no-el-cubre-bocas