El candidato presidencial Donald Trump llegó con un golpe certero a su segundo debate. Un video, grabado en 2005 sin su consentimiento, fue difundido con un timing perfecto. La campaña de contraste ya había dejado muestras de su utilidad en la política electoral de Estados Unidos, en pleno siglo XXI, al hacer públicos reportes de impuestos que demuestran que el magnate no aportó contribuciones, en un país donde no aportar al gasto público es significado de una conducta altamente irresponsable. La campaña de contraste dio a conocer un video donde Trump señala: “Me atraen absolutamente las (mujeres) bellas. Simplemente, empiezo a besarlas… Besarlas, sin siquiera esperar. Y, cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer lo que quieras. Agarrarles la vagina” (Mural/09/10/2016).14519724_10153809384266990_5541943309650972321_n

Los resultados del contraste electoral no se hicieron esperar. MILENIO reportó ayer que “al menos 43 líderes republicanos de alto perfil, entre los que se cuentan seis gobernadores, 11 senadores y 20 asambleístas”, se distanciaron públicamente de Trump. “Algunos de ellos incluso pidieron su renuncia”. MILENIO agrega que, “de acuerdo con un conteo del diario The New York Times, un total de 150 republicanos se han distanciado de Trump en algún momento de su campaña, ahuyentados por alguna de las muchas declaraciones incendiarias del candidato”.

Como resultado de una efectiva campaña de contraste, Hillary Clinton se coloca ya a la cabeza de las encuestas en cuatro estados prioritarios como Pensilvania, Ohio, Florida, y Wisconsin, según los últimos datos relevados por las cadenas CBS y NBC. Una vez transcurrido el segundo debate, será muy, muy difícil que Donald Trump ganara las elecciones. Todo indica que salvo que algún escándalo de proporciones mayores ocurra, Estados Unidos tendrá una mujer en la presidencia.

La clave es, la campaña de contraste de la candidata demócrata, lanzada en el momento justo.

A la luz de la intensa campaña en Estados Unidos, resulta oportuno recordar las reflexiones del profesor John G. Geer, catedrático de ciencia política en la Universidad de Vanderbilt: Señala que la publicidad “positiva” no lo es en realidad, pues no aporta mayor información al votante y no contrasta diferencias o trayectorias entre los candidatos. Cuando los candidatos políticos se atacan mutuamente, generando dudas sobre las opiniones y las propuestas del otro o su trayectoria, los votantes y el proceso democrático obtienen beneficios al recibir información que se puede contrastar. Si queremos que las campañas aborden temas relevantes y discutan los problemas reales, “las campañas de contraste podrían ser la solución”. Las campañas de “contraste” o “negativas”, afirma John G. Geer, son el síntoma inequívoco de una dura competencia. Justo como la que ayer se vio entre Hillary y Trump…