De acuerdo con los Resultados de la Primera Encuesta realizada a Población Interna en Centros Federales de Readaptación Social (2012) levantada en centros penitenciarios federales por el Centro de Investigación y Docencia Económicas –CIDE- el «delito contra la salud» es el principal delito (60.2%) por concurrencia de los internos. El 58.7% de la población penitenciaria en reclusorios federales detenida por la venta o producción de drogas, fue detenida específicamente por la marihuana. El 35% de los presos del fuero federal, tienen que ver con la venta-producción-comercio de la marihuana.
Alfonso Petersen, Secretario de Salud, fijó esta semana una clara postura sobre la marihuana. Señaló que «La marihuana no es una droga inocua, hay que decirlo con toda claridad, tampoco es esa droga que mata, sin embargo sí se ha demostrado que tiene algunos impactos a la salud relacionados con el patrón de uso, también se ha insistido en que la marihuana puede ser la puerta de entrada para el uso de otras drogas». Petersen apuntó que «En 2002, el 3.5 por ciento de la población nacional ha aceptado haber consumido marihuana alguna vez en la vida, para el año 2011, esto creció al seis por ciento». Finalizó y afirmó que «el uso de plantas medicinales y particularmente opciones terapéuticas y medicinales, es un derecho a la salud, ya lo mencionó el Ministro Saldívar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la discusión de 2015, en que dejó en claro que las alternativas terapéuticas son decisiones de las personas, por lo tanto deben estar integradas en ese sentido» (Mural/04/04/18).
Habrá que debatir con seriedad si México se debe seguir desangrando en un combate antidrogas que le cuesta decenas de miles de muertos y la explosión de una cantidad de delitos colaterales: secuestro, robo a mano armada, robo de gasolina, ejecuciones, robo a casa habitación y robo de transporte de carga. Todo mientras que durante los últimos años, en Colorado, Estados Unidos, iniciaron el 2014 con una larga fila de consumidores dispuestos a pagar una onza de marihuana en 200 dólares. La División de Aplicación de la Ley de Marihuana de Colorado había emitido 639 licencias para este tipo de tiendas. En noviembre de 2012 la enmienda 64, autorizó que cualquier persona mayor de edad pueda poseer y traer consigo una onza (28.3 gramos) de marihuana, producir hasta seis plantas y regalar compartir con otras personas.
Tres estados más se sitúan en la liza de la legalización: Alaska, Oregon y Maine. Aunque en una primera instancia en California se rechazó la legalización de la marihuana, apenas por una estrecha diferencia en la votación, se espera que este estado que es el principal consumidor del cannabis, apruebe la producción, venta y consumo. Los datos del avance inminente de este tipo de reformas en el principal país consumidor de drogas son demoledores. «The Arc View Group, la principal asociación de inversionistas de la industria de la marihuana, previó que 14 estados legalizaran el consumo de cannabis a más tardar en 2018. Se trata de Alaska, Oregon, Rhode Island, New Hampshire, Vermont, Maryland, Hawaii, Maine, Missouri, Massachusetts, Nevada, Arizona, Delaware y California.
El éxito de la venta de la droga reporta un incremento de 84 por ciento en ventas legales en Estados Unidos, con posibilidades de alcanzar los 2 mil 340 millones de dólares, según cifras proporcionadas por The Arc View Group. Lo cierto es que se han gastado miles de millones de dólares en la guerra contra las drogas, pero el consumo aumentó proporcionalmente al gasto destinado para combatirlo. El resultado es contundente, los esfuerzos en la «lucha» antidrogas, en general, ¡han fracasado!
México ha pagado muy caro el experimento. Tan sólo 70 mil muertos relacionados con el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón, más los que van en este año de Enrique Peña. La causa, un negocio rentable capaz de minar las principales instituciones y fuerzas públicas de este y los países que intervienen en el proceso de ingreso al principal mercado mundial de droga: Estados Unidos. Las experiencias que iniciaron en 2014 en Estados Unidos deberían formar ya parte de nuestro debate público con respecto a la legalización de la marihuana.