Caabsa pasó a convertirse en el enemigo medioambiental número uno de la metrópoli, con la ‘complicidad ficta’ de autoridades municipales y estatales de tres signos partidarios, que han emanado desde la primer alternancia registrada en nuestro estado.
Desde el año 2003 a la fecha, ‘Los Laureles’ [el tiradero de toda la basura que Caabsa recolecta en municipios metropolitanos, y una de las paradas obligatorias de lo que colectivos ambientalistas han denominado como el ‘Tour del Horror’, en esa zona que tiene como punto emblemático de estupefacción el Río Santiago] ha sido el epicentro de tres incendios de gran magnitud: en 2003, uno afectó a una hectárea; en 2006, un nuevo siniestro consumió 10 hectáreas; y, en abril de 2019, el último afectó un total de ocho hectáreas.
Lo anterior, debido a las deplorables condiciones en las que opera al margen de toda norma. Todo ello, sin contar el gran volumen de lixiviados [jugos de la basura] que se genera en Los Laureles, mismos que van a parar al colindante Río Santiago, el cuerpo de agua con los niveles de toxicidad más altos en el país, según la ONU.
Al extenso rosario de atropellos ecológicos habría que sumarle otra ‘perla’ más: el pésimo servicio que otorgan en materia de recolección de residuos a los municipios metropolitanos con los que mantiene concesión en este particular.
En diciembre del año pasado, el Ayuntamiento de Guadalajara denunció un déficit de 50 camiones, lo que afectó de manera gravosa a un cúmulo de colonias tapatías en las que el servicio de recolección ha llegado a tardar más de siete días según reportes de la aplicación ‘Ciudapp’.
A pesar de todo, derivado del escandaloso contraste con que prestan este servicio a otros municipios metropolitanos, hacen pensar que los habitantes de la capital jalisciense ‘viven en la gloria’.
En Tonalá, los constantes incumplimientos de Caabsa para cubrir la totalidad de las rutas y los escasos camiones aportados por esta empresa para realizar cabalmente el servicio, ha propiciado que un buen número de colonias no se les preste el servicio por hasta 28 días.
Su alcalde se ha quejado justificadamente de esta situación, y ha planteado revocar la concesión que concluye en 2025.
De igual manera, en septiembre del año pasado, el presidente municipal de Tlajomulco denunció que Caabsa no cumplía con el servicio según lo estipulado [tener en circulación 50 camiones prestando el servicio, y no los 27 que mantiene en operación Caabsa].
Sin embargo, en noviembre pasado, anunció que ya se están llevando a cabo las acciones jurídicas correspondientes para iniciar el proceso de revocación de la concesión.
En efecto, retirarle la concesión a Caabsa resulta un asunto muy complejo por tratarse de un contrato cuasi irrevocable que, además de tortuoso, sería costosísimo en perjuicio nuevamente de las municipios.
Caabsa, al mezclar y ‘no separación’ de los residuos, con la complacencia de autoridades, se inserta en un paradigma opuesto a los principios de toda política pública en esta materia, que se basa en las ‘tres erres’: Reducir, Reutilizar y Reciclar –donde la separación de los residuos sólidos resulta conditio sine qua non de ésta última–.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/caabsa-complicidad-ficta