El voto es un acto cargado de significados culturales, que refleja en su distribución costumbres, hábitos, preferencias, filias y (aquí lo importante) ¡fobias políticas! Al sufragar se pueden expresar las lealtades político-electorales, clientelares, deseos e incluso expectativas. También se mezclan miedos y, en no pocas ocasiones, el mal humor social, mediante carga negativa. El sufragio es la expresión jurídica de la voluntad popular, mediante la cual el elector acude a buscar solución a sus problemas, a sus urgencias y da salida a sus emociones mediante filias o fobias.
En las elecciones cada vez está más presente el denominado ‘voto de castigo’ o ‘voto opositor’. Se constituye por esos ciudadanos que acuden a la cita con la urna, bajo la premisa de expresar rechazo, oposición, censura o malestar. Ocurre generalmente contra el partido que se encuentra en el gobierno, como consecuencia del desgaste por largos periodos de tiempo en el poder, o por el cúmulo de errores cometidos. Se trata de ese voto que lo mueve el hartazgo, el descontento, la inconformidad, el malestar e incluso la irritación social. Es parecido a un voto duro, pero a la inversa. Se trata de un porcentaje de electores que tienen muy claro por quién NO desean votar, debido a la percepción que, fundado o infundado, los votantes advierten del gobierno y sus resultados. Es ese sentimiento negativo, muy asociado a acciones y decisiones de gobierno. Se trata del voto derivado de la antipatía. Es, básicamente, un voto “en contra”.
De forma que resulta importante considerar que, la elección intermedia de 2021, será una ‘elección plebiscitaria’, tanto para el gobierno de López Obrador como para el de Alfaro. Parte del sufragio de esta siguiente elección será motivado por un ‘efecto arrastre’ de ambos gobiernos, toda vez que la aprobación de estos dos mandatarios supera el 40 por ciento. De acuerdo con Mitofsky, en diciembre de 2020, Alfaro marcaba una aprobación del 49.7 por ciento; mientras que, en diciembre de 2020, según Mitofsky, López Obrador registra una aprobación en Jalisco del 43.2 por ciento. Considerando lo anterior, conviene destacar que el ‘voto de castigo’ o ‘voto opositor’ -indisociable en una elección intermedia- resulta ineludible o inevitable para aquellos que son gobierno: federal (Morena) y estatal (MC).
René Delgado señala que “los comicios electorales no sólo son oportunidades para elegir políticas, sino oportunidad, también, para castigar agravios” (René Delgado: ¿Democracia sin demócratas?).
De forma que la pregunta del millón es, ¿quién conseguirá el ‘voto de castigo’ o ‘voto opositor’? De acuerdo con Reforma (diciembre de 2020), el segundo partido con mayor rechazo a nivel nacional, para la elección de diputados federales, es Morena (16 por ciento), después del PRI (40 por ciento). En Jalisco este porcentaje podría ser mucho mayor para MC, que ha acumulado su propia carga negativa. Así que habrá un porcentaje -nada desdeñable- de electores inconformes que votarán en protesta, a favor de otro partido contendiente, que sea capaz de atender esa inconformidad. ¿Morena será capaz de captar el voto anti MC en Jalisco? ¿MC, podrá ser opción para los que rechazan a Morena? ¿Qué partidos podrán articular un discurso y propuesta, para estos electores inconformes?
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