Hace 54 años, cuando se creó la Dirección de Pensiones del Estado, la institución era ejemplo a nivel nacional de una política de seguridad social, creada para los trabajadores al servicio de los gobiernos del estado y sus municipios. La falta de controles en las inversiones de este apetitoso fondo de recursos, ha llevado a que el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) sea el blanco de los más terribles ataques de corruptores y corruptos. Quién imaginaría que el organismo concebido por Agustín Yánez, e institucionalizado por Francisco Medina Ascencio, terminaría transformándose en el símbolo a la corrupción que es hoy.
El déficit actual del Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco, ¡asciende a 260 mil millones de pesos! cuando apenas hace tres años, el monto de este déficit era de 57 mil millones de pesos.
A efectos de dimensionar lo anterior, conviene destacar que el actual déficit actuarial del Ipejal es 2.2 veces mayor que el Presupuesto de Egresos del Estado de Jalisco 2019. Grosso modo, un déficit actuarial puede ser entendido como el saldo negativo resultante de las obligaciones futuras en materia de seguridad social [préstamos tanto a afiliados como pensionados; pago de las jubilaciones y a sus beneficiarios en caso de fallecimiento (viuda e hijos menores); y otras prestaciones previstas en la Ley (atención médica a trabajadores de Ipejal, p. ej.)] y el monto de los ingresos futuros para el pago de estas obligaciones.
En ese sentido, el déficit actuarial es de tal magnitud que, para 2027, estaría en una severa crisis el Ipejal y con él las aportaciones, pensiones y derechos de los afiliados a este sistema de seguridad social, previsto para los servidores públicos de Jalisco.
Son tres los factores que han propiciado el quebranto financiero del Ipejal: 1) La corrupción en la conducción del organismo; 2) las inversiones realizadas a la ligera, sin el debido sustento y justificación en materia de viabilidad financiera (obra de esos genios financieros contratados); y 3) la pésima administración del Instituto. Una fórmula explosiva que naturalmente terminaría por colapsar a cualquier institución pública.
De forma que se han invertido 2 mil 280 millones de pesos en estos proyectos fallidos con la empresa española Abengoa, las Villas Panamericanas, Chalacatepec y Santa Cruz Inmobiliaria de Chapala.
El Ipejal ha sido un fondo destinado a la malversación de recursos de los trabajadores, debido a que, en 2009, durante el gobierno de González Márquez, se modificó la Ley de Pensiones para permitir que un grupo opaco [eufemísticamente llamado ‘expertos financieros’] dispusiera de ¡poder absoluto! sobre el dinero de las aportaciones que los trabajadores realizan para su pensión y jubilación.
Además, que tengan el poder sin restricción para invertirlo en proyectos (en su mayoría) fraudulentos, sin la debida supervisión del Congreso del Estado de Jalisco, ni un mecanismo de rendición de cuentas para los propios trabajadores.
Así que Ipejal se convirtió en una caja negra, difícil de corregir, donde se mueven discrecionalmente cientos de millones sin mayor control, ni mecanismo de responsabilidad pública. Precisamente, porque con las arcas abiertas en Ipejal, hasta el más justo peca.
Mi columna también la puedes ver aquí, en Milenio.