En México no hay una ‘tercera ola’ [en Europa, sí: una ‘ola’ representa gráficamente a una ‘campana’: tendencia de ascenso, punto límite y descenso], lo que existe en nuestro país es apenas una ‘segunda ola’.
Efectivamente, las condiciones epidemiológicas de la ‘primera ola’ con respecto a la ‘segunda ola’, son muy diferentes, básicamente por lo siguiente. En la ‘primera ola’: i) no había vacuna disponible; ii) la incidencia de contagios crecía de manera directamente proporcional a la incidencia de hospitalizaciones y número de muertes; y iii) muy poco se conocía de la enfermedad y los posibles tratamientos paliativos.
A más de un año de la pandemia en México, durante esta ‘segunda ola’: i) ya existen vacunas disponibles y se puede hablar de ‘inmunización’ por sector etario [el 99.46% de las personas hospitalizados durante esta ‘segunda ola’, de acuerdo con datos proporcionados por el Rector general de la U de G, derivados de los datos obtenidos en los Hospitales Civiles, NO contaban con un esquema de vacunación completo]; ii) no existe una correlación proporcional entre número de contagiados respecto del número de hospitalizaciones y muertes; y iii) finalmente, el número de tan sólo el 9.9% del numero de casos confirmados y hospitalizados corresponde a niños de 3 a 15 años [el problema se encuentra en los jóvenes que cursan la educación media superior y superior, que comprende el sector etario de entre 16 y 30 años].
La región que acredita mayor número de días sin clases presenciales en educación básica es, América Latina (más que África), y el país con mayor número de días sin clases presenciales dentro de esta región, es México [desde el inicio de la pandemia, no se han ‘abierto’ un solo día las escuelas públicas para tomar clases presenciales]. Desde luego, sigue siendo un sinsentido que todas las actividades prácticamente se realicen bajos esquemas de la vieja normalidad [aunque el Gobierno de Jalisco diga que hay aforos controlados] y los niños sigan sin ir a clases. Esto resulta un sinsentido.
De acuerdo con lo anterior, el Gobierno de Jalisco ha comunicado lo siguiente: la asistencia o inasistencia a clases presenciales es voluntaria. Jalisco debe comenzar a ensayar un regreso a clases presenciales bajo un cuidado escrupuloso de todos los protocolos de sanidad y una evaluación periódica, constante y permanente de esta estrategia, a efectos de afinar o enmendar según sea el caso. Hoy resulta una gran contradicción que antros, bares, restaurantes y plazas comerciales luzcan abarrotadas, y que además todas las actividades productivas estén en funciones, sin ningún tipo de control y se mantenga a los niños confinados al encierro, sin educación.
Además, las escuelas particulares, todas, en todos sus niveles, desde hace más de 10 meses ya tienen clases presenciales. No hacerlo en las escuelas públicas, sólo profundiza la desigualdad social, educativa; y los problemas psicológicos derivados de un encierro que hoy no parece justificarse a la luz de la reapertura de todos los sectores. Eso sí, habrá que sostener la sensibilidad y la responsabilidad social para enmendar una estrategia que pudiera resultar fallida, fatal o eventualmente catastrófica.
Mi columna la puedes encontrar aquí, en Milenio.