Los mercados se encuentran en el olvido de las autoridades, a pesar de la marcada tradición y arraigo social en la Zona Metropolitana. El mercado San Juan de Dios es quizá, después de la catedral de Guadalajara, el Hospicio Cabañas y el Teatro Degollado, el punto icónico obligado para quienes visitan el primer cuadro del centro histórico de la ‘perla tapatía’.
No obstante, son muchos los problemas a los que se enfrentan locatarios de mercados municipales: el ambulantaje [competencia desleal frente a ellos que pagan impuestos (derechos), servicios (luz) y local]; una infraestructura decimonónica, con deplorables condiciones en términos de redes eléctricas, de gas y agua potable; grotescas condiciones de inseguridad, tanto para ellos —como extorsión— como para sus visitantes —robo a transeúnte, a autopartes, etc.—; mafias de ‘aparta lugares’ que se asumen dueños de las calles aledañas al mercado y cobran tarifas excesivas a sus visitantes y consumidores; extorsiones por parte de los inspectores de reglamentos, de los Ayuntamientos, que les ofrecen “cuidarlos” a cambio de entregarles cuotas y tarifas preferenciales en la compra de mercancías que venden sus locatarios; y ‘obras fantasma’ u ‘obras de relumbrón’ que supuestamente realizan los ayuntamientos, mismas que son entregadas malhechas, a destiempo y con un sobreprecio presupuestal y que en realidad no resuelven ningún problema.
El caso del mercado Libertad debe ser “la gota que derramó el vaso” respecto al abandono por el que atraviesan los mercados municipales en Jalisco, desde hace años.A la fecha, más de una decena de éstos se encuentran como “edificios en riesgo”, según criterios de Protección Civil Guadalajara.
En sus inicios, el mercado Libertad fue la promesa gubernamental que tendría por objeto convertirlo en un mercado moderno que embelleciera el centro tapatío y fuera un ejemplo de un nuevo modelo de operación. A la fecha, ese mercado está más cerca de los viejos vicios en su manejo y lejos de ser “un nuevo modelo”. Suma, en medio de esto, instalaciones eléctricas y de gas sobrecargadas; un sobrepeso no calculado en la estructura original; a futuro, una verdadera bomba de tiempo. En el caso del Mercado San Juan de Dios, por incidentes anteriores que se vinieron dando en las últimas tres décadas de sus últimos 64 años de historia, muchas voces expertas, incluida la de su creador Alejandro Zohn, advertían que las características de la construcción de este espacio abierto a fines de 1958 no soportarían la sobreposición de más locales que se le fueron sumando al mercado.
A la idea original de la venta de artesanías en este mercado como comida, dulces y juguetes típicos, sombreros charros, artículos de piel, hierbas medicinales, pájaros, frutas, verduras, pollo, pescado y carne; se fueron añadiendo pisos y degenerando para vender productos piratas, como CD´s, memorias, ropa, tenis y hasta artículos de dudosa procedencia como joyas, relojes, electrodomésticos, armas y drogas, lo que sobrecargaba las instalaciones de gas y eléctricas, y provocaba un sobrepeso no calculado en la estructura original.
Hoy por hoy, son una bomba de tiempo que ya ha dado suficientes avisos a las autoridades, antes de que ocurra una desgracia de proporciones mayores.
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