En un contexto donde la violencia de género es una de las principales problemáticas sociales, la Comisión de Igualdad Sustantiva y de Género del Congreso, inició en 2022 el trabajo para tipificar como delito la ‘violencia vicaria’. Esta forma de violencia, que busca causar daño a una mujer a través de sus hijos, es una de las más crueles. Sin embargo, la ley aprobada en junio de 2024, tras la presión de una huelga de hambre organizada por víctimas de esta violencia, dista mucho de lo propuesto.

En lugar de tipificar explícitamente la violencia vicaria, la reforma introduce el concepto de “violencia a través de interpósita persona”, un término que no atiende la gravedad de la situación. Aunque la ley original preveía penas de hasta 10 años de prisión, la versión final se limita a considerarla como un agravante dentro del marco de la violencia intrafamiliar, sin prever sanciones específicas para quienes cometen este tipo de abuso. Esta reforma, es simplemente una variación del delito de violencia familiar, que no aborda adecuadamente lo que sí es la ‘violencia vicaria’.

Las consecuencias de esta tibieza legislativa ya son palpables. En un caso reciente, una madre en Jalisco denunció la sustracción de sus hijos bajo las nuevas reformas, pero su petición fue inicialmente desestimada por las autoridades locales. Solo tras recurrir a instancias federales logró que se ordenara la restitución de sus hijos, evidenciando la falta de compromiso de los juzgados locales en aplicar la ley con la debida perspectiva de género. Este caso es una prueba de que la ‘ley vicaria’, tal como fue aprobada, es insuficiente y mantiene a muchas mujeres desprotegidas.

A pesar de contar con una mayoría de mujeres en el Congreso, que debería haber impulsado una legislación robusta y efectiva, la ‘ley vicaria’ de Jalisco, se ha quedado corta en todos los aspectos fundamentales. En lugar de liderar con un marco legal que sirva de modelo a nivel nacional, Jalisco adoptó una reforma mediocre, que ni siquiera reconoce explícitamente el problema que busca abordar. El Congreso de Jalisco ha demostrado que, a pesar de su composición mayoritariamente femenina, no es inmune a la inacción y la indiferencia frente a una de las formas más dolorosas de violencia de género.
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