El reciente debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump captó la atención de millones de espectadores en todo el mundo, con una audiencia de 51 millones de personas, según datos de CNN. Aunque la cifra es menor que la de debates anteriores —73 millones en 2020 y 84 millones en 2016—, este evento se ha consolidado como el tercero más visto en la historia de Estados Unidos, superado solo por el legendario encuentro entre Jimmy Carter y Ronald Reagan en 1980.

Después de un mes de intensas campañas publicitarias en las que se gastaron más de 100 millones de dólares para intentar definir la candidatura de Harris, la demócrata ha logrado mantener una imagen sólida. El electorado sigue dividido: el 47% de los votantes tiene una opinión positiva de Harris, mientras que el 46% tiene una opinión negativa. En comparación, Donald Trump presenta un 45% de impresión favorable frente a un 50% de desfavorable.

Los compañeros de fórmula para la vicepresidencia también han sido un tema de análisis. Tim Walz, del Partido Demócrata, mantiene un índice de favorabilidad positivo de +4 (40% a 36%), mientras que JD Vance, del Partido Republicano, continúa en terreno negativo con un -10 (34% a 44%). Este dato podría influir en la percepción pública sobre las propuestas y la estabilidad que cada partido representa.

Según una encuesta realizada por “SSRS redefining research”, solicitada por CNN, el 63% de los observadores consideró que Harris tuvo un mejor desempeño que Trump (37%). Este resultado es notablemente distinto al anterior debate presidencial, donde las preferencias estaban divididas al 50% entre ambos. Posteriormente, el 96% de los partidarios de Harris mantuvo su apoyo, mientras que solo un 69% de los seguidores de Trump consideró que su candidato ganó el debate. Además, un sondeo de Trafalgar señala que el 55.3% de los encuestados percibió que Harris se impuso frente a Trump, con solo un 42.5% favoreciendo al expresidente. Aunque Trump aumentó ligeramente su intención de voto (0.8%), Harris lo hizo de manera más significativa (1.1%).

Harris intentó presentar a Trump como un aliado de los multimillonarios y las grandes corporaciones, argumentando que sus políticas hundirían a la clase media. Trump, en respuesta, calificó a Harris de “demasiado liberal” y débil en materia de políticas, especialmente en inmigración, tema al que volvió reiteradamente durante la noche.

Uno de los momentos más destacados, fue el respaldo público de Taylor Swift, uno de los íconos de la cultura pop más celebrados de Estados Unidos, hacia Kamala Harris y su compañero de fórmula, Tim Walz. Con 283 millones de seguidores en Instagram, Swift escribió: “Votaré por Kamala Harris y Tim Walz en las elecciones presidenciales de 2024. Voy a votar por @kamalaharris porque ella lucha por los derechos y las causas que creo que necesitan un guerrero que las defienda”.

Aunque es difícil cuantificar el impacto del apoyo de Swift, su capacidad para movilizar a sus seguidores quedó demostrada en 2023, cuando una simple publicación suya animó a una gran cantidad de personas a registrarse para votar. Según diversos analistas, incluyendo a Lizz Peek, de Fox News, la victoria de Harris en el debate podría no ser suficiente para alterar significativamente el resultado de las elecciones de noviembre. En el escenario futuro, se espera que la campaña de Trump evite confrontaciones directas con Harris, optando por enviar al expresidente a entrevistas y actos de campaña más controlados. Esta estrategia busca minimizar los riesgos asociados con los debates televisivos, en los que se pueden cometer errores que alteren la percepción pública.

El debate entre Kamala Harris y Donald Trump fue un evento cargado de tensión, donde ambos candidatos buscaron consolidar su base electoral y captar a los votantes indecisos. Harris emergió como la ganadora en la mayoría de las encuestas, sin embargo, con la elección aún a varias semanas de distancia, el impacto real de este debate en los resultados finales sigue siendo incierto. Lo que está claro es que ambos candidatos continuarán ajustando sus estrategias a medida que se acerca la fecha crucial del 5 de noviembre, de cara a una de las elecciones más competidas en Estados Unidos. 
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