El «voto útil» es aludido como una estrategia que busca evitar que el «peor» candidato gane, votando al que tiene mayores probabilidades de vencer entre las opciones preferidas del votante, aunque no sea la primera elección de este

Alejandro Moreno, presidente del CEN del PRI, emplazó a Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano, a declinar a favor de Xóchitl Gálvez. A cambio, Alejandro Moreno, ofrece renunciar a la dirigencia del PRI, y a su candidatura al Senado. El llamado que hace el priista es a favor de eso que se dice, es, el “voto útil”. El «voto útil» es aludido como una estrategia que busca evitar que el «peor» candidato gane, votando al que tiene mayores probabilidades de vencer entre las opciones preferidas del votante, aunque no sea la primera elección de este. Este enfoque es especialmente maniqueo en sistemas bipartidistas o en situaciones electorales polarizadas, precisamente como ocurre en México.

No obstante, en el sistema democrático, votar no es solo un derecho, sino una expresión ciudadana poderosa. A través de los años, el concepto de «voto útil» ha surgido como una estrategia pragmática durante elecciones, pero este enfoque nos obliga a pensar sobre si realmente beneficia al electorado o si compromete la esencia misma de la democracia.

El concepto de «voto útil» se hizo popular en México después de la elección presidencial de Vicente Fox, cuando se comenzó a evaluar como un mecanismo estratégico para impedir que el candidato menos deseado, entre los principales, ganara la contienda. El ‘voto útil’ se concibe bajo la lógica de evitar un mal mayor, eligiendo no necesariamente al candidato ideal. Este tipo de voto implica un sacrificio de las convicciones personales, en favor de un resultado ‘menos perjudicial’. Aunque puede verse como un compromiso pragmático, también supone objeciones sobre la autenticidad de la representación democrática y si realmente estamos eligiendo, o estamos siendo coaccionados por el miedo a lo ‘peor’.

El ‘voto útil’ implica un efecto distorsionador en el panorama político, perpetuando un sistema bipartidista donde las opciones minoritarias quedan marginadas, lo que empobrece el debate público y reduce la diversidad política. Refuerza la polarización y disminuye las posibilidades de que surjan nuevas propuestas que podrían revitalizar el espectro político.

El voto que es útil en democracia, es el que refleja nuestras convicciones y expectativas respecto de la formación de un gobierno. Aunque eso que se hace llamar el “voto útil” puede parecer una solución práctica a corto plazo para evitar resultados indeseados, pero es crucial reflexionar sobre a qui??n beneficia realmente y si está alineado con los principios democráticos de representación y pluralidad. Enfrentamos el desafío de ejercer nuestro derecho al voto de manera que maximice su potencial de cambio y representación auténtica. De forma que viene bien preguntarnos, ¿votar con convicción o por estrategia? Ahí está, precisamente, el dilema del “voto útil”.

POR DR. GABRIEL TORRES ESPINOZA
PROF. INVESTIGADOR EN LA UDG
@GABRIELTORRESES

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