Ayer, Jorge Zepeda compartió interesantes reflexiones respecto de Movimiento Ciudadano. Si compite fuera del frente opositor -advierte Zepeda- coadyuva a fraccionar el voto de un bloque, que parece solo tener oportunidad si logra plantearse como la única opción de cara el partido del presidente (Morena). No obstante, dividir el voto implica empujar la fragmentación del respaldo electoral entre dos grandes opciones, lo que va dirigido a debilitar a un competidor en particular y aumentar las posibilidades de éxito del otro. En los procesos electorales, la estrategia para dividir el voto se ha convertido en una táctica polémica y controvertida, a la vez que utilizada en diversos momentos y en distintos países.

Un escenario con un tercer competidor electoral, que se plantea sea MC, adquiere una nueva dimensión en la competencia. Así lo reflejan las referencias del mismo presidente López Obrador, respecto de un debate interno al que se ha sumado, con su peculiar visión. Aunque el planteamiento de Dante Delgado parece una vía para consolidar ventajas electorales a largo plazo, sus consecuencias en el corto plazo pueden ser nocivas para la representación política genuina y el rumbo que deberá seguir el país, como consecuencia de las elecciones del 2024. La importancia de una competencia política saludable y transparente radica en su capacidad para reflejar auténticos proyectos de gobierno, al buscar el sufragio de los ciudadanos.

No obstante, también debe advertirse que la apuesta podría resultar productiva: Movimiento Ciudadano aparece como un tercer competidor que desafía el duopolio político tradicional en México. De conseguirlo, sería un hito significativo en la evolución democrática del país. Básicamente, porque el sistema político mexicano ha estado disputado por dos fuerzas principales. La posibilidad de que un tercero conquiste relevancia electoral, también contribuye a mitigar la concentración excesiva de poder en un partido gobernante o frente opositor. Esto, a su vez, previene situaciones en las que la toma de decisiones esté sujeta a intereses unilaterales y fomenta la necesidad de construir consensos y coaliciones más amplias. Su importancia radica, en suma, en la capacidad para diversificar el espectro político.

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