Ayer el Senado de la República votó sobre algunas propuestas para nombrar a los comisionados faltantes del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Deliberadamente, no se reunieron los votos necesarios para la designación. El Instituto de marras enfrentará, además de las vacantes en el pleno, desafíos importantes de cara a la inminente elección de su presidente o presidenta. Ante la adversidad que atraviesa, el INAI requiere de una mezcla de compromiso con la integridad, control de los recursos, reasignaciones financieras, innovación, reestructura interna, colaboración con los poderes y un compromiso reiterado con sus funciones sustantivas.

El INAI ejerce hoy un presupuesto que es ‘inercial’. Básicamente comprometido para una nómina corpulenta, que consume sus recursos y asfixia la suficiencia presupuestal de las iniciativas para innovar tecnológicamente y, con ello, ser más eficiente. Una nómina que fue construida sobre la base del ‘sistema de botín’, durante un largo lapso de gestiones que se han repartido la contratación de los cargos. Uno de los problemas del INAI reside en la robusta nómina. Con muy destacadas excepciones, una suerte de pago de favores, recomendaciones y ayudantías que poco coadyuvan a las tareas sustantivas del INAI.

Para evitar que estas inercias se eternicen resulta esencial fortalecer el Servicio Profesional de Carrera dentro del Inai. Ingreso, promoción y permanencia, con base en méritos. Debido a que los servidores de un Órgano Constitucionalmente Autónomo (OCA), deben ser el conjunto de funcionarios y empleados que, bajo normas de jerarquía, competencia, impersonalidad, continuidad y especialización, trabajan en la garantía del derecho de acceso a la información y la protección de los datos personales, es deseable que la operación de esta burocracia esté regida por normas especiales de servicio civil, profesional o carrera administrativa. Se trata de conceder a los y las trabajadoras del Inai los derechos de estabilidad en sus cargos, de promoción o ascenso por méritos profesionales, y evitar el reparto del “botín” en el Instituto.

Para ser más eficaz, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales en México podría considerar varios cambios: primero. Robustecer la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones relacionados con la transparencia y el acceso a la información, y la selección de perfiles idóneos para desempeñar las labores de mayor envergadura.

Segundo. Adoptar tecnologías de automatización y digitalización para agilizar el procesamiento de solicitudes de acceso a la información y de protección de datos. Esto incluye el uso de sistemas de gestión de documentos electrónicos y plataformas en línea para facilitar el acceso y la entrega de información. Invertir en infraestructura tecnológica robusta para manejar grandes volúmenes de datos de manera segura y eficiente, y para proteger contra ciberataques.

Tercero. Implementar programas de formación continua para el personal en áreas clave como tecnologías de la información, protección de datos, y legislación en materia de transparencia y acceso a la información. Establecer mecanismos más sólidos de colaboración y coordinación con otras instituciones gubernamentales y organismos de control para compartir mejores prácticas y recursos.

Cuarto. La simplificación administrativa de los procesos en el INAI. Ésta debe estar enfocada en compactar áreas, reducir costos y agilizar la respuesta del Instituto en sus tareas sustantivas. Un proceso delicado, en efecto, pues afectará a valores e intereses fuertemente arraigados dentro y fuera del OCA, y en esa medida, los obstáculos y resistencias a superar son para agilizar, simplificar y hacer más eficiente el trabajo de la burocracia.

Por tanto, se deben revisar los marcos regulatorios, mejorar la transparencia, establecer mecanismos de rendición de cuentas más efectivos, mayores controles sobre los viajes, viáticos, gastos de representación, y promover una cultura de integridad y profesionalismo dentro del INAI. La defensa de la autonomía necesaria del Inai debe estar fincada en la sólida rectitud de quienes integran sus máximos órganos de dirección. 

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