La postura del gobierno mexicano parece orientarse hacia una diplomacia de diálogo y respeto
Donald Trump regresa a la Casa Blanca, tras obtener 295 votos electorales de los 270 necesarios y asegurar el 50.9% del voto popular, frente a Kamala Harris, quien se quedó con 226 votos y 47% del apoyo ciudadano.
Con un Congreso controlado en gran medida por los Republicanos —quienes suman 210 escaños en la Cámara de Representantes y una mayoría de 52 senadores frente a 43 demócratas—, Trump se encuentra en una posición de poder inusitada, respaldado por una Suprema Corte favorable y un Senado dispuesto a seguir su agenda.
Sin posibilidad de reelección, se anticipa que este segundo mandato podría ser aún más arriesgado y enfocado en consolidar un legado de impacto inmediato.
Para México, el regreso de Trump plantea riesgos evidentes en varios frentes estratégicos. El índice de riesgo publicado por ‘The Economist’ coloca a nuestro país como uno de los más vulnerables a esta administración, una postura sustentada en tres factores: comercio, narcotráfico y migración. La política exterior de Trump ha sido notoriamente combativa en estos temas.
Uno de los aspectos más sensibles de la relación bilateral es la migración. En 2016, Trump construyó su campaña bajo consignas como “construir el muro” y “los bad hombres”, mismas que han vuelto a surgir en su relato político.
Durante la campaña de 2024, no solo prometió continuar estas medidas, sino que ha esbozado un posible cierre de la frontera si México no frena el flujo migratorio.
El Senado estadounidense, ahora de mayoría republicana, tiene una influencia decisiva en la política exterior de su país, incluida la autorización de operaciones militares en el extranjero. En este contexto, los republicanos han manifestado interés en intervenir de manera más activa en México para combatir a los cárteles de la droga. Esta postura despierta fuertes reacciones en México.
Los resultados de las elecciones en EU muestran un panorama en el que México deberá reforzar sus prioridades y definir una estrategia de negociación sólida ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Para figuras clave en el gobierno y la iniciativa privada, es crucial que México mantenga una política comercial estratégica, sin ceder a presiones proteccionistas, y que sostenga una postura firme ante cualquier amenaza a la integridad territorial y la soberanía nacional.
La postura del gobierno mexicano parece orientarse hacia una diplomacia de diálogo y respeto. En sus redes sociales, la presidenta mexicana expresó que buscará trabajar de forma coordinada con Estados Unidos para atender la agenda bilateral.
No obstante, las presiones para renegociar el T-MEC, endurecer la política migratoria y el posible intervencionismo en la lucha contra el narcotráfico, demandan una política exterior robusta y bien definida, que pueda responder eficazmente a los retos planteados por la nueva administración de Trump.
POR GABRIEL TORRES
PROF. E INVESTIGADOR EN LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
@GABRIELTORRESES