Mientras países como Singapur, Reino Unido y Corea del Sur consolidan estrategias nacionales con marcos regulatorios interoperables, infraestructura avanzada y mecanismos sólidos de inversión, México permanece en la retórica
La Inteligencia Artificial (IA) agéntica —aquella que no solo predice, sino que planifica y actúa de manera autónoma— representa uno de los desafíos tecnológicos y políticos más determinantes de nuestro tiempo. Sin embargo, en el Índice Global de Preparación para la IA de Salesforce, México aparece, una vez más, rezagado, atrapado en una combinación paralizante de políticas fragmentadas, baja inversión y una fuerza laboral insuficientemente preparada. Con una puntuación de 15.3 sobre 50, nuestro país se agrupa con naciones que han emitido estrategias, pero carecen de capacidades mínimas para ejecutarlas con impacto real.
Mientras países como Singapur, Reino Unido y Corea del Sur consolidan estrategias nacionales con marcos regulatorios interoperables, infraestructura avanzada y mecanismos sólidos de inversión, México permanece en la retórica. La IA, que podría convertirse en un motor de inclusión, productividad y modernización estatal, se encuentra secuestrada por la ausencia de visión de Estado. No se trata de falta de diagnósticos, sino de ausencia de continuidad, de escala y, sobre todo, de voluntad.
Las cifras son tan elocuentes como preocupantes. El país obtiene apenas 0.2 en innovación e inversión, los dos indicadores clave para construir soberanía tecnológica. La dependencia de plataformas foráneas y la escasa articulación entre academia e industria, no solo reducen nuestra capacidad de adaptación, sino que nos condenan a adoptar sin transformar. México se ha vuelto un consumidor pasivo de tecnología, que no entiende ni domina.
El informe de Salesforce advierte que la preparación de la fuerza laboral es el eslabón más débil a nivel global, y en América Latina la escasez de talento impacta directamente en el empleo y la productividad. Pero el problema no es sólo técnico; es profundamente estructural. La falta de inversión pública sostenida, la descoordinación institucional y la desconfianza ciudadana hacia el Estado como ente modernizador, crean un entorno adverso para la integración de tecnologías transformadoras.
¿Queremos una IA al servicio del desarrollo o una IA que profundice las brechas existentes? La respuesta no será técnica, sino política. La adopción de agentes de IA no es un asunto de gadgets, sino de modelo de gobierno, soberanía digital y justicia social. Si no hay reformas profundas en materia educativa, presupuestal y regulatoria, seguiremos dependiendo de tecnologías ajenas para resolver problemas propios.
POR GABRIEL TORRES ESPINOZA
PROFESOR E INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
@GABRIELTORRESES
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