El gobernador de Jalisco y el presidente municipal de Guadalajara, ¿acuerdan una transición pactada a la gubernatura? Una posibilidad que circula cada vez con mayor fuerza, debido el reacomodo de las mismas figuras dentro del gabinete, la ausencia de un candidato fuerte en el equipo del gobernador para competir por Jalisco, y una camaradería inusual que parece tener como punto de referencia una generación de jóvenes políticos con muchas coincidencias, y un rival en común. Además, debe observarse, una relación fría -por decir lo menos- con el priista mejor evaluado con posibilidades de competir en la siguiente elección (Zamora).
Recordemos, la posibilidad no está alejada de las prácticas políticas que ya ocurrieron en Jalisco. Es bien conocido que Francisco Javier Ramírez Acuña vio con más cualidades al candidato del PRI, Arturo Zamora -con el cual siempre presumió una estrecha amistad-, que a la propuesta de su propio partido, Emilio González. A su vez, González Márquez también decidió apoyar sutilmente al candidato de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro, mucho más que al del PAN, Fernando Guzmán. En ambos casos, tanto Zamora como Alfaro marcaban una tendencia ascendente en la intención del voto, mientras que las perspectivas del candidato del partido en el gobierno, respectivamente, parecían muy complejas. También, en ambos casos, la apuesta controvertida de entonces pareció responder a la rentabilidad electoral.
Pero a pesar del discreto apoyo de quienes fueron gobernadores, ni Zamora pudo vencer a Emilio González, ni Enrique Alfaro a Jorge Aristóteles. Al menos en estos dos casos, la apuesta sutil de los ex mandatarios estatales para una tentativa transición pactada, resultó fallida. Aunque hay que advertirlo, con diferencias importantes en intensidad y alcance.
Hoy se ofrece una explicación políticamente correcta para la salida de Arturo Zamora de la Secretaría General de Gobierno de Jalisco (“el interés de reincorporarse al senado por las reformas estructurales”), pero son bien conocidas las diferencias que tuvo la “burbuja” -que le habla al oído al gobernador-, con el ahora secretario de elecciones del CEN del PRI. Para Aristóteles tal vez aún no (está por verse), pero para buena parte de sus colaboradores, resulta más cómoda una transición pactada con Alfaro, que apostar por la candidatura de un priista que tiene méritos propios, con el cual sostuvieron severas diferencias en el gobierno, entre otras cosas debido a la incompatibilidad generacional. La regla dice que Rey, no deja a Virrey. Aristóteles ya venció a Alfaro en la gubernatura, pero Alfaro lo intentará otra vez. En el equipo…clic aqui para continuar leyendo.