El polémico proyecto de Chalacatepec intenta resurgir una vez más, a pesar del fraude al dinero de pensiones que le dio origen: 89 millones de dólares desviados del Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) para la compra a sobreprecio de un predio de mil 178 hectáreas [pagándose 13 dólares por metro cuadrado, cuando costó sólo 3.6 dólares].

Foto: procer.conanp.gob.mx

Empero, sólo podrán explotarse 164 hectáreas de las mil 178 compradas, esto es, apenas el 14 por ciento [debido a las condiciones ecológicas donde se asienta el predio: en medio de tres Áreas Naturales Protegidas]. El porcentaje de las acciones de Ipejal sobre Chalacatepec pasaron del 48.5 por ciento, al 24 por ciento en apenas un par de años. Cada vez menos para el dinero de los trabajadores, sin recuperar un cinco (otra inversión rentable como la de Abengoa). Como ‘cereza del pastel’: el proyecto tiene una proyección de desarrollo a 99 años [claro, si no le llega antes el Armagedón]. En días recientes, se hizo pública la autorización de la Manifestación de Impacto Ambiental del ‘Proyecto Desarrollo de Vistas’ [el nombre oficial de Chalacatepec], por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) es tan sólo un documento que el interesado da a conocer a la autoridad competente (Semarnat), a efectos de que ésta autorice o rechace el impacto ambiental que se prevé generaría la obra o actividad del interesado, sujetándose a las leyes y disposiciones vigentes en la materia. Una vez analizada la MIA, la Semarnat emite una resolución donde 1) «autoriza»; 2) «autoriza de manera condicionada»; o 3) «niega su autorización». En cuanto a la MIA de Chalacatepec, la Semarnat resolvió «autorizarlo de manera condicionada«. No obstante, lo verdaderamente relevante es puntualizar, ¿qué «autorizó de manera condicionada» la Semarnat? Pues bien, es lo siguiente: 1) el Proyecto Desarrollo de Vistas (Chalacatepec), que comprende tres macrolotes hoteleros, 15 residenciales, cinco clubes de playa, lotes para granja y vivero, dos hoteles, vialidades, campamento tortuguero, mercado del mar, así como viviendas y comercios tanto para pescadores como para pobladores locales; y 2) la remoción de vegetación forestal en una superficie de 183 hectáreas.

No obstante, el término PRIMERO puntualiza que los lotes y macrolotes que no sean realizados por Chala Mar, S. de R.L. de C.V. [empresa propietaria] quedarán sujetos a la presentación de nuevas MIA’s, y su correspondiente autorización. Asimismo, el término TERCERO de la resolución destaca que no se exime a Chala Mar de tramitar y obtener la autorización correspondiente al cambio de uso de suelo para la remoción de vegetal forestal en una superficie de 183 hectáreas. De igual manera, el término CUARTO señala que la autorización de la MIA no tiene efectos vinculantes sobre los derechos de las autoridades federales, estatales y municipales para otorgar permisos, licencias, autorizaciones, etc., y que son necesarios para la realización de todas y cada una de las obras descritas en el proyecto. Como condicionantes para su realización, la Semarnat destaca que exigirá 1) seguros o garantías cuando en los lugares donde se realicen obras o actividades existan puntos ecológicos críticos [Áreas Naturales Protegidas, cuerpos de agua, flora y fauna amenazada o en peligro de extinción, etc.]; 2) autorizaciones y/o permisos de Conagua en donde se indique y garantice el abastecimiento de agua potable para la operación del Proyecto; 3) programas de Prevención, Mitigación y Manejo de Contingencias Ambientales tres meses antes del inicio de las actividades; 4) programa de Protección y Conservación de Tortugas Marinas, puesto que el proyecto colinda con la playa protegida para el desove de tortuga marina más extensa de México, el Playón de Mismaloya de 79 km de extensión; 5) acciones de Protección, Conservación y Monitoreo del ocelote [un felino en peligro de extinción presente en la zona]; 6) así como todos los protocolos de un sinfín de programas, planes, reglamentos y acciones. De tal suerte, la «autorización» de la Semarnat es apenas el vestigio de un muy enredoso, burocratizado y complicado proyecto. Distintas a las notas complacientes que sobre el particular se han publicado.

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