Imagen/Gobierno de Jalisco
Enrique Alfaro cerrará su ciclo político muy pronto. Al menos, como gobernador. Con los resultados obtenidos en Jalisco, deja testimonio de su pericia política para conservar a raya al partido dominante a nivel nacional, en medio de una tendencia nacional difícil de contener. El triunfo tentativo del Movimiento Ciudadano (MC) en el estado, encabezado por Pablo Lemus, y la victoria en tres ciudades importantes del Área Metropolitana, representan, en alguna forma también, una aprobación del gobierno de Alfaro en el crepúsculo de su periodo como gobernador. Tal como ocurre con el gobierno de AMLO.
Obsérvese que, desde su inicio en MC, Alfaro ha garantizado la continuidad electoral de ¡todos los gobiernos que ha encabezado! Su camino comenzó en Tlajomulco en 2009, donde logró que el municipio adoptara el color naranja del Movimiento Ciudadano, hasta la fecha, y por tres años más con Quirino. Esta tendencia se extiende a Guadalajara, donde desde 2015 hasta 2027, el control permanecerá en manos de su partido. Ahora, el Gobierno de Jalisco asegura también una continuidad desde 2018, hasta el año 2030. Pocos políticos pueden presumir del oficio para lograr que sus partidos continúen en el poder.
Cierto que MC en Jalisco perdió ahora todas las diputaciones federales, los senadores y la mayoría del Congreso de Jalisco. No es menor el deterioro. En Jalisco no hubo ‘cheque en blanco’. Pero en contraste -por ejemplo- está el desastre, ese sí evidente, con las derrotas en Nuevo León. La apuesta de Dante Delgado y Samuel García, junto con Mariana Rodríguez, los relegaron al segundo lugar en su estado, mientras que Máynez termina en tercero. Hasta Colosio fue derrotado. Este resultado destaca la diferencia en la eficacia de las estrategias aplicadas en ambas entidades. Finalmente, el ‘fosfo fosfo’ no compite frente a la quirúrgica operación política de Jalisco.
A pesar de las opiniones divididas, el desgaste del gobierno, su imagen pública malhumorada, de la arrolladora tendencia nacional a favor de Morena; los jaliscienses decidieron darle una oportunidad más a los gobiernos naranjas. Este apoyo se traduce en 21 años de preeminencia del ‘alfarismo’ en Jalisco: desde que Enrique Alfaro ganó la elección en Tlajomulco en 2009, hasta el 2030, último año del próximo gobierno estatal. También es verdad que el ’alfarismo’ no está solo en Jalisco. Ahora convivirá con ese ‘lemusismo’, que, aunque con triunfo muy apretado, consolida un espacio propio en la política local.
Sin embargo, el ‘lemusismo’ de hoy anhelaría las dos ocasiones en que Alfaro pudo alcanzar la mayoría en el Congreso local y el Senado. Las comparaciones son odiosas, pero en 2018, Movimiento Ciudadano (MC) ganó la elección a gobernador con un millón 354 mil votos. Hoy, difícilmente Pablo Lemus superará esa cifra (tiene reportados en el PREP un millón 005,281 votos, con el 86.34% de las casillas computadas). En 2018, Enrique Alfaro ganó con una ventaja de 14.34% de los votos. Pablo Lemus reporta una apretada ventaja en el PREP de 3.8%, en medio de un proceso post-electoral que ya es convulso.
En un contexto nacional, donde el partido de López Obrador ha ganado terreno de manera significativa, mantener un bastión como Jalisco -negociado o no con el presidente- es un resultado que no puede ser subestimado. Como tampoco puede dejar de advertirse el diálogo que mantuvo Alfaro con el presidente López Obrador, al que no volvió a tocar ni con el pétalo de una rosa.
Entre sus principales yerros está la difícil relación que sostuvo con no pocos medios de comunicación y periodistas. Incomprensible, porque fueron esos medios y periodistas, los que le ayudaron a construirse en la oposición. También con la sociedad civil organizada y, durante varios años con la Universidad de Guadalajara. Pero ha sabido corregir, y al final de su mandato, Alfaro se encuentra entre los diez gobernadores mejor aprobados del país.
Para bien o para mal, su estilo de hacer política ha garantizado casi dos décadas de predominio del Movimiento Ciudadano en Jalisco. Dos generaciones de políticos, formados bajo su liderazgo, que ahora enfrentan el desafío de mantenerse en un panorama público cada vez más competitivo y voluble, debido a la nueva fortaleza de Morena como oposición política.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/alfaro-y-el-movimiento-ciudadano