Una ciudad que no duerme suena atractiva en el papel. Una urbe viva, dinámica, que conjuga lo mejor de su vida cultural, comercial y turística con una gestión pública capaz de acompañarla en cada minuto del día. Esa es la promesa detrás de la iniciativa que impulsa el gobierno municipal de Guadalajara con la instalación del Consejo Consultivo Empresarial del Centro Histórico. Una promesa que, de momento, se siente más como marketing que como política con pies y cabeza. No obstante, es una apuesta en la dirección correcta si se efectúa.

La intención de convertir al Centro Histórico en una zona con vida, 24/7, no es nueva ni única. El concepto de “ciudad de 24 horas” fue acuñado en Europa hace tres décadas, y desde entonces, ciudades como Ámsterdam, Londres o Nueva York han implementado modelos exitosos de economía nocturna. Pero también han aprendido que no basta con extender el horario de operación de algunos servicios o montar eventos esporádicos. Se requiere una estructura que soporte esa vida nocturna: transporte, seguridad, vivienda, regulación y, sobre todo, planeación.

En Guadalajara, por ahora, tenemos un relato. Se nos habla de una Gerencia Nocturna que, en cinco meses, ha balizado vialidades, recogido basura y lavado calles. Se celebran estos logros como si fuesen hitos históricos. Pero la verdad es que esa labor –necesaria, sí– es apenas el piso mínimo de lo que se espera en una ciudad funcional del tamaño de la capital de Jalisco. No transforma el rostro del Centro, ni lo vuelve más atractivo para vivirlo después de las ocho de la noche. Tampoco resuelve los problemas de fondo: la deshabitación del primer cuadro, la inseguridad que campea en ciertas zonas y la falta de conectividad real con barrios históricos que siguen sin ser integrados a la vida cultural y económica del centro.

Se apuesta por redensificar el Centro Histórico con 10 mil nuevas viviendas, pero esa es otra promesa vacía si no se construyen las condiciones mínimas para habitarlo: seguridad, acceso a servicios, movilidad nocturna y espacios públicos vivos. De nada sirve construir edificios si nadie quiere vivir ahí por temor o por falta de servicios. En la práctica, el centro de Guadalajara sigue siendo un lugar que se vacía al caer la noche por la ausencia de todo lo anterior. Y no se transforma por decreto, ni por alianzas con el empresariado. Se requieren cambios e inversiones profundas.

El gran ausente de esta estrategia es el transporte. El “Búho Nocturno” –aquel fallido intento de movilidad nocturna en 2011– dejó una lección clara. Sin planeación, sin calidad en el servicio, sin comunicación adecuada, ningún esfuerzo de transporte funcionará. Hoy se menciona la necesidad de mejorar la conectividad con barrios como Analco, Santa Tere o Medrano, pero nada se ha resuelto con lo anunciado. Mientras tanto, la gente sigue dependiendo del coche o del taxi. Y eso, en una ciudad desigual como la nuestra, simplemente no es opción.

Las ciudades de 24 horas no se construyen solo con buenas intenciones ni con discursos reciclados. Requieren visión, presupuesto, diagnóstico y, sobre todo, continuidad. Porque transformar la vida urbana nocturna implica mucho más que mantener encendidas las luces del centro. Implica repensar el modelo de ciudad, corregir décadas de abandono y desigualdad, y diseñar acciones y decisiones que reconozcan que, la noche, también es un territorio que debe ser gobernado, planificado y habitado.

Verónica Delgadillo tiene ante sí una oportunidad histórica. Lograr posicionarse como la primera presidenta municipal de Guadalajara en encabezar una transformación urbana de fondo, que trascienda los ciclos políticos y siente las bases de una ciudad verdaderamente moderna, inclusiva y viva las 24 horas. Si logra consolidar una estrategia integral que articule servicios públicos eficientes, movilidad nocturna funcional, seguridad, redensificación habitacional y activación económica sostenible en el Centro Histórico, no solo dejará una huella en la historia de la ciudad, sino que podría convertirse en un referente nacional de gestión urbana innovadora. Pero para lograrlo, deberá ir más allá de los gestos simbólicos y trabajar en una verdadera voluntad de transformación. 


https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/ciudad-24-7-discurso-o-realidad