En el siglo XIX, solo el 3% de la población mundial vivía en ciudades, mientras que, para finales de 2030, se estima que este porcentaje registre el 60%. En el Globo, hay más de 500 ciudades con más de un millón de habitantes, y 74 de ellas ya superan la barrera de los cinco millones de población. Esto resulta especialmente importante porque, de acuerdo con Fundación Metrópoli, las mejores ciudades para vivir serán aquellas de tamaño ‘medio’. Esto es, aquellas que registren de 150 mil a cinco millones de habitantes, toda vez que éstas serán las que aporten más del 60% del PIB mundial.
En el presente siglo, queda de manifiesto un proceso de ‘megaconcentración’ poblacional cada vez más problemático en zonas urbanas, lo que, a su vez, ha derivado en un complejo paradigma de gobierno: las ‘megalópolis’. A ellas, la ONU, las conceptualiza como “ciudades cuya población superan los 10 millones de habitantes, las cuales abarcan hoy en día menos del 0,2% de la superficie terrestre y, sin embargo, acogen a una de cada diez personas de nuestro planeta. La mayoría de los habitantes en estas urbes (…) viven en ciudades de países en desarrollo y menos adelantados”.
No se trata de ‘ruralizar’ a las comunidades, sino de hacerlas cada vez más funcionales, resilientes, sostenibles, pero, sobre todo, ‘compactas’. Si bien, la migración del campo hacia la ciudad auspició un fenómeno ‘centrípeto’ en términos de asentamientos humanos, de la mano de la industrialización y del éxodo rural, ahora los ‘citadinos’ padecen fenómenos como la ‘gentrificación’, la falta de acceso a vivienda digna, decorosa, módica y la ‘turistificación’ —por citar tan sólo algunos ejemplos—, los cuales han provocado un fenómeno ‘centrífugo’ -desde el centro a la periferia urbana-, evidente por la tensión entre el urbanismo expansivo de las últimas décadas.
De modo que, en los últimos años, ha surgido en el urbanismo la propuesta de las ciudades compactas, o, mejor dicho, de ‘compacidad urbana’, que refiere a una manera distinta de organizar la vida urbana, en la que cada persona pueda acceder, en zonas muy compactas y en menos de media hora, a funciones sociales urbanas indispensables para una mejor calidad de vida.
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