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El senador Guido Girardi, presidente de la Comisión de Salud del Senado en Chile, acuñó una frase de enormes repercusiones en una discusión tan importante, como socialmente delicada. En la Segunda Conferencia Internacional de Nutrición, organizada por la FAO y la OMS, celebrada en Roma, señaló que ‘los gigantes’ de la comida chatarra se han convertido en “los pedófilos del siglo XXI”.

La ingesta de eso que se conoce como, ‘comida chatarra’, se refiere a productos abundantes en grasas saturadas, azúcares y aditivos artificiales. Por ello, este senador chileno señaló que las grandes empresas de comida ‘chatarra’ comparten similitudes inquietantes con los delincuentes sexuales, por lo que las calificó como «los pedófilos del siglo XXI». Una declaración que definitivamente remite a analizar las consecuencias del consumo de productos con estas características, así como el impacto y costos en la salud pública.

Es verdad que las empresas que comercializan productos de ‘comida chatarra’, precisamente han desarrollado un marketing altamente efectivo, dirigido a los niños y jóvenes. Se auxilian de personajes de dibujos animados, juegos y promociones para atraer la atención de los menores y provocar un apego emocional este tipo de ‘comida’. Esta manipulación, señalan sus críticos, puede compararse con las tácticas utilizadas por los delincuentes sexuales para ganarse la confianza de los menores.

El problema del consumo de esta ‘comida’, por menores de edad, es que sus ingredientes estánelaborados para ser altamente adictivos. Está cargada de azúcares refinados, grasas trans y aditivos que estimulan los centros de recompensa en el cerebro, de manera similar a las drogas. Como resultado, desarrollan una adicción física y psicológica de estos alimentos, lo que se asemeja, precisamente, a la dependencia que experimentan las víctimas de abuso. De ahí, justamente, la dura afirmación del Senador chileno Guido Girardi.

Así las cosas, respecto de la alimentación de los menores de edad, la manipulación a través de estrategias de marketing, la creación deliberada de adicción y la responsabilidad limitada en la promoción de estos alimentos -claramente- poco o nada saludables, por supuesto que son problemas que deben discutirse hoy. 
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