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En Jalisco, el partido Movimiento Ciudadano se alimenta de eso que se conoce como ‘el alfarismo’. Desde sus inicios, el movimiento ‘alfarista’ existió, incluso, antes de que esta expresión aceptara la invitación de Dante Delgado para formar parte de ese Instituto, entonces llamado Convergencia y posteriormente relanzado como Movimiento Ciudadano. El ‘alfarismo’ de hecho nació en el PRD. El caso es que, tanto Enrique Alfaro, como Pablo Lemus, por ejemplo, no pertenecen al partido liderado por Dante Delgado. Simpatizan, pero no son parte de la militancia activa; aunque sí, activos importantes de ese Instituto político. Sólo que, Lemus, no es ‘alfarista’.

Como lo señala Maurice Duverger, “el partido político presupone una representación parlamentaria como campo de lucha y un derecho de sufragio como instrumento”. Un partido es, por naturaleza propia, la fuerza que posee para ganar sufragios durante los procesos electorales (elecciones); y posteriormente, los cargos de gobierno que logra, al traducir esos votos en representación política. Como bien lo advierte Duverger, grupos parlamentarios y comités electorales son las “dos células madres” que dan origen a un partido. De forma que basta con que suceda una coordinación permanente entre ambos, y se establezca entre estos ‘lazos regulares’, para que nos encontremos frente a un auténtico partido.

En Jalisco, esas dos ‘células madres’ las ha aportado, fundamentalmente, el ‘alfarismo’. Pero ese activo no concluye con el mandato del gobernador, que personifica un riguroso liderazgo del ‘alfarismo’. Esos activos, ganados por dos décadas, son un capital que le alienta a reclamar, cada vez más, una cuota mayor en la dirección de Movimiento Ciudadano. De forma que el ‘alfarismo’ ha desarrollado anticuerpos, mismos que se activan y atacan bien organizados a cualquier intento por incidir en Jalisco para disminuir el capital político de esa expresión, que antecede al partido que la cobija. Así que su agenda e intereses estarán – como decía el Maquío-: con, sin y a pesar de Dante Delgado. Precisamente ahí radica hoy la tensión y complicación en la sucesión a la gubernatura, donde colisionan la rentabilidad electoral, con la garantía de continuidad y fortaleza política del grupo que formó MC en Jalisco.