El miércoles 5 de diciembre de 2018, el periódico El Sol de México publicó: “México atraviesa por una grave crisis humanitaria: Alejandro Encinas”. “El subsecretario de Derechos Humanos, Migración y Población de México explicó que hay más de 26 mil cuerpos sin identificar”. Reconoció que el gobierno deberá afrontar una “grave crisis humanitaria”, que acumula serios problemas de “desapariciones forzadas”.
Miles de jóvenes han desaparecido. Sus familias padecen un dolor inimaginable y una angustia constante, perpetua, y la sociedad clama por respuestas. Una ‘crisis humanitaria’ supone más que una mera descripción de circunstancias difíciles; encarna una llamada urgente a la acción, un recordatorio de nuestra responsabilidad compartida para proteger la dignidad, la integridad de la vida y los derechos fundamentales. Pero, más allá de las definiciones académicas, ¿qué significa realmente este término?
Una ‘crisis humanitaria’ simboliza un momento crítico en el que la dignidad, la seguridad y la supervivencia de las personas se ven amenazadas de manera extrema. Afecta a comunidades enteras, precisamente en la cohesión social, y va más allá de estadísticas y números. Aquí la vulnerabilidad aumenta, especialmente, entre los más jóvenes. Debido a ello, las personas se ven obligadas a dejar sus hogares, pierden sus fuentes de ingresos y enfrentan un acceso limitado a servicios y derechos fundamentales. Conlleva el aumento de la violencia y la desintegración del tejido social. Además, la educación, el trabajo y el desarrollo se ven interrumpidos para comunidades, y dejan a las futuras generaciones en una situación precaria. La baja eficacia en las investigaciones, y la impunidad, empeoran la circunstancia.
Frente a una ‘crisis humanitaria’, la respuesta no puede ser limitada a una región. En plena era de la comunicación, las consecuencias de una ‘crisis’ en un lugar, repercuten en toda la región. La solidaridad y colaboración de los gobiernos, grupos, expresiones políticas y todos los sectores productivos y sociales son esenciales para trabajar en ello. Organizaciones humanitarias, gobiernos, instituciones públicas, agencias internacionales y sociedad civil deben unir fuerzas para prestar asistencia, protección y apoyo a las personas afectadas.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/crisis-humanitaria