Lo que sucedió con la Reforma 2.0, fue básicamente la técnica de negociación del policía ‘bueno’ y el policía ‘malo’. El ‘malo’ hará planteamientos demasiado rudos, inaceptables, pero que buscan lograr que se distorsione la percepción sobre el resultado total del proceso de negociación. Si se logra deformar la realidad de la circunstancia, mediante posturas extremas, irracionales e impositivas, se limitarán las razones justas en una negociación, para aceptar las ‘menos malas posibles’. Precisamente eso ocurrió con la Reforma 2.0, que terminó en una reproducción de estos roles del ‘bueno’ (el Ejecutivo) y el ‘malo’ (el Congreso), dentro del mismo grupo político. De forma que cuando el ‘bueno’ (el Ejecutivo) sale y veta la Reforma 2.0, las propuestas parece que son buenas, incluso, ¡cuando en realidad NO son así!
El secreto para ‘bajarles la guardia’ a los defensores de la Reforma 2.0 estuvo en la actuación del ‘malo’, en este caso una mayoría de legisladores de MC y el PAN en el Congreso de Jalisco, que aprobaron una reforma, que en varios de sus componentes sabían que eran claramente anticonstitucionales, imposibles de ejecutar, revanchistas y en franco retroceso. Luego, convenientemente se identifican estos errores deliberados y se da lugar al veto de la Ley por parte del gobernador. Al final de cuentas, la valoración de los que criticaron la contra reforma, se ve superada ahora por la participación oportuna de quien sale a frenar una reforma que su propio partido impulsó en el Congreso, obvio, con toda la anuencia del líder político. Crean el problema… para luego ellos mismos darle solución.
Son varios los temas de la reforma vetada. Uno de ellos, la eliminación de las percepciones económicas del Comité de Participación Social, a quienes se les prohibió trabajar en otro sitio. Un absurdo quitarles el sueldo y a la vez evitar que tengan otro trabajo. Sin embrago, la independencia del CPS no deriva necesariamente del sueldo, sino de su propio desempeño. Si el sueldo fuera una garantía para lograr profesionalismo y honestidad, por ejemplo, los magistrados del TJAEJ serían los más independientes y más imparciales. Sobran elementos para demostrar que no ocurre así. No necesariamente una remuneración elevada es garantía de profesionalismo, ni de imparcialidad. Cierto, tampoco hacer honoríficos los cargos, significará de forma alguna una mejora.
Pero, ¿Por qué modificar solo las remuneraciones de los miembros del CPS? ¿Cuál es el criterio?
Lo cierto es, que de todos los componentes del Sistema Estatal Anticorrupción, el único que es motivo de reconsideración en la Reforma 2.0, es el que se atreve a discrepar con algunas decisiones del Congreso (el CPS). Los demás integrantes del SEAJAL están a lo que les digan, como se los digan. Resulta entonces preocupante, porque el desempeño del CPS ha sido sinceramente incipiente (tibio aún), y significa un contrasentido que se penalice el atrevimiento de intentar hacer algo en discrepancia con las decisiones arbitrarias del Congreso, que a la postre favorecieron el desempeño corrupto de ciertos funcionarios designados en el Poder Judicial, sin seguir criterios objetivos (cuates y cuotas).
Además, es de todos sabido que la Reforma 2.0 llevó dedicatoria. Es una reforma contaminada por la animadversión a un integrante del CPS, al que tal vez se le pueden hacer críticas por las múltiples ‘chambas’ por las que cobra. Y esencialmente, porque NO se dedica de tiempo completo a la tarea para la que fue designado. Pero estás críticas, que se pueden y deben hacer, convendrían ser públicas y claras; parte de un sano debate que lejos de debilitar, fortalecería los razonamientos para pulir el Sistema y afinar su desempeño.
Mi columna también la puedes leer aquí, en El Respetable.