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Henry Kissinger, el ex secretario de Estado de Estados Unidos, fue pieza clave en la gestión de las relaciones de este país durante períodos como la Guerra de ‘Yom Kippur’, el final de la Guerra de Vietnam, y las continuas tensiones con Rusia durante la Guerra Fría. Escribió extensamente sobre la arquitectura del orden mundial y sus cambios, y discernió -desde hace décadas- sobre los desafíos que enfrenta el orden mundial en varios de sus libros y artículos, particularmente en su obra “World Order”, en donde sostuvo que la armonía global es frágil, y subrayó la importancia de un orden internacional que reconozca y adapte las diferencias entre las civilizaciones y sus valores.

Recientemente, la revista The Economist, bastión del análisis económico y político internacional, ha declarado que el ‘orden mundial’ que ha dominado la escena global desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, se encuentra en una situación precaria y al filo del colapso. Primordialmente, las instituciones que una vez dirigieron la globalización, promoviendo el libre comercio y la cooperación internacional, están perdiendo rápidamente su eficacia y credibilidad. Este declive se observa en la parálisis funcional de organismos como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional.

The Economist advierte del surgimiento de nuevas potencias económicas como China, que desafían el liderazgo tradicional de Estados Unidos y proponen alternativas al modelo de desarrollo económico occidental. Este cambio en el equilibrio de poder financiero conduce a una fragmentación de los flujos de capital y a una guerra de subsidios, donde los estados nacionales intentan proteger y promover sus industrias frente a competidores extranjeros. En este contexto, incluso la predominancia del dólar estadounidense como moneda de reserva global es cuestionada, lo que añade una capa adicional de incertidumbre a las transacciones y las inversiones.

Los desafíos, señala el análisis, son fortalecer la gobernabilidad global, promover un desarrollo económico inclusivo y sostenible y, sobre todo, reforzar los mecanismos de cooperación internacional, para enfrentar colectivamente los desafíos que ningún país puede resolver en solitario, como lo fue con el SARS-CoV-2.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/el-colapso-del-orden-mundial