Foto: Eje Central

El mandato del gobernador Jorge Aristóteles Sandoval llega su recta final. Se trató de un gobierno de alternancia, después de 18 años consecutivos gobernados por el Partido Acción Nacional. Aristóteles logra la gubernatura bajo una alta expectativa de cambio del electorado, con su singular carisma y la alianza de muchos grupos. Una parte del voto con el que el PRI gana las elecciones a gobernador provienen de su voto duro histórico, de su alianza con el PVEM y con el PRD (de facto). Pero otra parte importante fue voto de castigo y con expectativa de alternancia; de cambio en el ejercicio del poder. Las consecuencias del sexenio de la corrupción fueron tan funestas, que indirectamente el candidato del PRI logró capitalizar el anhelo de los votantes. Con esperanza se pensó que con un cambio de partido en el gobierno, las prácticas del sexenio de la corrupción, encabezado por Emilio González, serían sancionadas por un partido distinto al que gobernó por 18 años consecutivos.

Los años demostraron que este gobierno de extracción tricolor, no sólo no castigó los más sonados escándalos de corrupción del gobierno de Emilio González; sino que incluso, los hizo suyos. Se empeñó en justificarlos, obviamente después de recibir su parte en cada uno de los grandes fraudes cometidos. El desfalco en la compra de terrenos en Chalacatepec, con dinero del Instituto de Pensiones y Jubilaciones, fue rápidamente defendido con más entusiasmo que el mismo gobernador que lo bautizó como «el nuevo Cancún». La construcción fraudulenta de las Villas Panamericanas, del Estadio de Atletismo (hoy entregado a una empresa particular), del «robo del siglo» en la Ciudad Judicial, o del «robo al pueblo» en el Congreso de Jalisco. En todos los casos, este gobierno optó por ser un conveniente cómplice, en vez de responder al voto del electorado que apostó por un cambio, que en realidad, fue continuidad.

La gran asignatura pendiente de este gobierno es la corrupción, de la que en pocos años deberán dar cuentas. Se toleraron los daños patrimoniales cometidos en la Secretaría de Desarrollo Rural, en el Consejo Estatal para el Fomento Deportivo, en la extinta Secretaría de Desarrollo Humano, en la extinta Secretaría de Seguridad -con la compra de cámaras inservibles-, en el mega fraude en el Seguro Popular, en el IPROVIDE y en el Instituto de Pensiones y Jubilaciones. Dejaron pasar el atraco a la ciudad en ICONIA, con la compra irregular del predio «El Disparate» y los estudios millonarios fallidos en Arcediano, para nutrir las finanzas del ‘cártel del agua’ en Jalisco. En suma, el ganador fue Emilio González Márquez, que después de seis años de corrupción, frivolidades, tráfico de influencias y atracos multimillonarios es hoy, el ex gobernador más protegido por los dos grupos políticos más poderosos de Jalisco: el PRI y MC. El caso es que a pesar de haber ejercido irregularmente siete mil 500 millones de pesos -según datos de la Auditoría Superior de la Federación- sólo durante su último año de gobierno (2012), el ex gobernador no fue ni citado a declarar, ni tocado con el pétalo de una rosa. Una protección política muy singular que ha recibido de este gobierno, para que todo el daño que ocasionó a Jalisco quede absolutamente impune.

Resulta entonces oportuno preguntarse, ¿qué obtuvo a cambio el gobierno para no proceder, en ningún caso, contra el ex gobernador?, ¿cuáles son los instrumentos de negociación efectivos que Emilio González utilizó para, a pesar de ser el gobernador más cuestionado, sea el que efectivamente fue más protegido en los últimos 18 años? ¿Qué ganó el actual gobierno, para asumir todo el costo político de ignorar el castigo que los electores esperaban para el sexenio de la corrupción? ¿Quiénes impulsaron, desde el gabinete, la impunidad y protección política para el ex mandatario? ¿A cambio de qué? Finalmente los sexenios concluyen y, con ello, la protección política que les otorga el poder. ¿Cuál será la justificación de esta generación de jóvenes políticos priistas para explicar su falta de compromiso para deslindarse de los grandes fraudes cometidos por el último gobernador panista? Fue ¿ineficiencia, falta de voluntad política, ausencia de compromiso para combatir la corrupción? Incluso, ¿todas las anteriores?

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