Imagen/Comsoc UdeG
Quedó claro que la Universidad de Guadalajara no es solo una institución, sino una fuente inagotable de sueños, realidades y humanismo
La tarde se teñía de un bruñido sereno cuando el doctor Ricardo Villanueva Lomelí, rector general de la Universidad de Guadalajara, ascendió al podio, en el Auditorio Telmex, para rendir su último informe de trabajo. Los murmullos expectantes se apaciguaron, y un aire de solemnidad impregnó el ambiente. Este informe, aguardado con anhelos, prometía más que una simple rendición de cuentas: sería un manifiesto de creatividad, innovación y compromiso.
El doctor Villanueva, con una presencia que exudaba cercanía y empatía, inició su discurso evocando la autonomía universitaria, un baluarte esencial que la Universidad de Guadalajara ha defendido con tenacidad. Nuestra autonomía es la piedra angular sobre la cual construimos nuestros sueños y aspiraciones. En esas palabras, no solo sobrevenía una declaración de principios, sino un llamado a la comunidad universitaria a seguir luchando por un espacio donde las ideas florezcan sin restricciones, dónde la libertad se exprese, y que se mantenga la conciencia crítica de Jalisco, como ha sucedido por lustros.
El rector general destacó un logro significativo: el aumento en la matrícula. Un hito que, lejos de ser un simple número, representaba la apertura de puertas a miles de jóvenes ansiosos por forjarse un futuro. Cada nuevo alumno es una chispa de potencial. La universidad no solo se expandió en número, sino en propósito, al alcanzar una autonomía financiera histórica.
En un discurso que parecía tejerse con hilos de esperanza y resolución, Villanueva Lomelí habló sobre la colaboración universitaria durante la gestión de la pandemia por covid-19, en Jalisco. La universidad no solo se mantuvo a flote, sino que emergió como un referente de innovación y solidaridad, asunto que sería confirmado por el Gobernador de Jalisco, a pesar de todas las diferencias ocurridas. Desde la investigación científica, hasta el apoyo comunitario, la Universidad de Guadalajara demostró que su compromiso social es inquebrantable. Nos adaptamos, nos reinventamos y, sobre todo, nos unimos, subrayando la capacidad de la institución para enfrentar adversidades con creatividad y resiliencia.
El crecimiento en infraestructura y centros universitarios fue otro testimonio de este compromiso. Nuevos edificios y espacios no solo eran estructuras físicas, sino símbolos de la dedicación hacia la comunidad estudiantil y académica. Cada nuevo centro es un bastión de conocimiento, e invitó a la audiencia a visualizar un futuro donde la educación superior en Jalisco sea sinónimo de cobertura y accesibilidad.
Uno de los aspectos más resonantes del informe fue el énfasis en la creatividad y el talento de los jóvenes universitarios. El doctor Villanueva Lomelí, consciente de que las nuevas generaciones son el corazón palpitante de la universidad, se dirigió a ellos de manera directa y no convencional. Rompió el molde de la formalidad, optando por una comunicación que, como dijo él, “habla el idioma del presente”. La conexión con los jóvenes no era solo un objetivo, sino una realidad palpable en cada párrafo y proyecto presentado.
Estamos aquí para escucharlos, para aprender de ustedes, afirmó, con una convicción que prendióal auditorio. Esta ‘nueva etapa’, que se iniciaba, estaba marcada por un replanteamiento de la Universidad de cara al futuro, integrando las características y signos de nuestra época. La tecnología, la sostenibilidad y la inclusión son pilares sobre los cuales se construiría el porvenir de la institución.
Al concluir su informe, el doctor Ricardo Villanueva Lomelí dejó en el aire una promesa: la de una universidad que no solo se adapta a los tiempos cambiantes, sino que se adelanta a ellos, guiada por la creatividad y el ingenio de su comunidad. Su discurso no fue un mero reporte, sino un recuento de posibilidades, un relato que inspiraba a representar y a construir juntos una Universidad de Guadalajara que se mantenga con brillo propio.
La audiencia no solo reconoció al Rector, sino a la visión compartida de un futuro donde la educación es el vehículo de transformación y esperanza. Quedó claro que la Universidad de Guadalajara no es solo una institución, sino una fuente inagotable de sueños, realidades y humanismo, forjada con la pasión y el talento de quienes la conforman y se dieron cita.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/el-informe-de-ricardo
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