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Los liderazgos se explicarán, en primer término, a partir de su propio entorno y época. Los líderes y sus medios están estrechamente relacionados. Las condiciones de un líder no pueden obtenerse en abstracto, sino a partir de las coyunturas que abren paso al surgimiento.

El liderazgo es más un atributo inherente a la persona, que al cargo que pudiera desempeñar. Es quien encabeza, acaudilla, dirige un proyecto, institución, movimiento, partido o gobierno. Generalmente se le reconoce por dos cualidades: gran capacidad de trabajo y un efectivo don de mando. Suscita en sus colaboradores un inspirado orden conductor bajo reglas escritas y, en no pocas ocasiones, no escritas. Estás últimas deben ser efectivas. Se le respeta, se le piensa y se le aprecia a la vez. Genera opiniones encontradas en la opinión pública y difícilmente pasa desapercibido.

Suele ser intrépido para afrontar riesgos y desafíos, a la vez que frío, sereno y firme para tomar decisiones. Mientras más graves son los desafíos que debe afrontar, mayor es su mesura para decidir. Se entusiasma con los grandes problemas y se enfada con los pequeños. Es falible en sus decisiones, pero sus aciertos superan con mucho sus errores. Le disgusta la inmovilidad y la calma; es persona de acciones, cambios y transformaciones. Sin menos cabo de las cualidades descritas, el liderazgo debe fundamentarse en una ideología, en un conjunto de valores y principios que le permitan ser líder.

Es idealista y pragmático a la vez; persona de profundos pensamientos, a la vez que un negociador efectivo. Es un articulador cierto de ideas y un elocuente comunicador de ellas frente a la comunidad. Es persuasivo y agudo en sus reflexiones. No deja espacio para los rencores y no se toma los temas públicos como personales. Aprecia el talento y la capacidad de trabajo. Equilibra siempre sus activos y sabe intuir la naturaleza del poder que, como el agua, sigue siempre su propio camino más allá de las apariencias y las amistades personales. Está siempre atento. Identifica las diferencias de sus colaboradores y sabe sacar provecho de ellas. Lee correctamente la circunstancia y sabe prever. Distingue muy bien entre gobernar y administrar, y define sus prioridades.

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