El triunfo de Gabriel Boric Font, por una diferencia de 11 puntos porcentuales, en segunda vuelta (había perdido en la primera), ha cimbrado al mundo de la política latinoamericana. Boric apenas alcanza la edad mínima para postularse por la presidencia de Chile (35 años). El izquierdista, agnóstico y abogado, fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. El joven, de sólidas ideas de izquierda, llegará a la presidencia el próximo año (marzo de 2022) con 36 años de edad y se perfila a ser el presidente más joven en dos siglos, con los planteamientos sociales más definidos desde el gobierno de Salvador Allende (1973-1990).
Gabriel Boric, el candidato chileno de la coalición Apruebo Dignidad, obtuvo ayer 4.6 millones de votos (56% aproximadamente) en una de las elecciones con más participación electoral (56%), y con ello se convierte en: 1) el primer candidato en Chile en ganar las alecciones en segunda vuelta, después de haber perdido en primera vuelta; 2) el primer presidente que no forma parte de los dos grandes bloques (Centro Izquierda y Centro Derecha) que se han alterado el poder desde 1990, con la restauración de la democracia en Chile. Ayer votaron en Chile poco más de 8.35 millones de personas, más de la mitad del padrón electoral. Boric representa, fundamentalmente, las principales demandas del movimiento social que dio origen a las protestas de 2019 en Chile: un modelo de bienestar con acento ecologista, feminista y regionalista.
El joven de izquierdas, de propuestas gradualistas, asumirá el periodo de cuatro años como presidente de Chile, con el reto de reconstruir el tejido social, fuertemente erosionado por la crisis de 2019. Deberá atender los efectos derivados de la creciente desigualdad social que provocaron el estallido de protestas masivas, en las que perdieron la vida al menos 30 personas. Manifestaciones que dejaron en relieve la escasa legitimidad social del gobierno y de las fuerzas de seguridad en Chile. A Gabriel Boric le corresponderá conducir las tareas ya iniciadas para una nueva Constitución, para la recuperación económica post-pandemia y a la transformación del sistema de pensiones y jubilaciones para fortalecer el carácter público del derecho a la jubilación. El presidente electo ha señalado que “un crecimiento económico que se asienta en la desigualdad profunda tiene pies de barro (…) Representamos el proceso de cambio y transformación que viene, con certezas, con la gradualidad que sea necesaria”.
Pero el nuevo presidente de Chile es de firmes convicciones democráticas. Ayer lo confirmó al señalar que “desestabilizar las instituciones democráticas conduce al reino del abuso y desamparo de los más débiles”… “Mi compromiso es cuidar la democracia todos los días de gobierno”. Expresó que “sólo con cohesiones social podremos avanzar hacia un desarrollo sostenido (…) Vamos a expandir los derechos sociales, con responsabilidad fiscal. Eso permitirá mejorar las pensiones y la salud (…) Por ningún motivo podremos tener un presidente que le declare la guerra a su propio pueblo. A todas las víctimas de derechos humanos no nos cansaremos de buscar verdad, justicia, y no repetición. Nunca más impunidad en nuestro Chile”. Por su edad e ideas, Gabriel Boric podría ser el primer presidente de una izquierda democrática, realmente moderna en Latinoamérica.
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