La ‘guerra sucia’ es un lugar común con muchas interpretaciones y pocas definiciones. Lo que sí podemos discutir son las campañas de ‘contraste’, mal llamadas también ‘campañas negativas’. Son las que priorizan el contraste de argumentos, perfiles y trayectorias a través de los medios de comunicación. Los señalamientos fundados en hechos, cifras, o evidencias, suelen recordarse con más facilidad que las ‘propuestas’ ambiguas de un candidato publicadas en un espectacular: educación, empleo, desarrollo, seguridad… Si se le puede llamar propuestas a estas generalidades que nada explican.
Las campañas de contraste son parte de la política democrática de la era de la información y la comunicación, justo debido a que la ciudadanía tiene el derecho de conocer las partes “buenas y malas de los candidatos y sus objetivos políticos” (Defense of Negativity. Geer, 2006). Mediante el uso de la crítica severa al rival, entrarán al debate los temas relevantes que un elector debería evaluar antes de decidir el sentido de su voto. Una campaña de contraste crea condiciones para que los electores comparen entre opciones, perfiles, capacidades y trayectorias. Se dice que cuando proliferan las campañas de contraste, la accountability o rendición de cuentas con los votantes es mas efectiva desde el debate, pues se cuestionan las experiencias de gobierno, el origen del financiamiento de las campañas, las adiciones o grupos que respaldan a cada candidato, las ideologías, la congruencia con ellas y el perfil profesional de los aspirantes.
Así que una dinámica competitiva basada en el contraste, enriquece el debate y aporta mayores elementos de juicio al votante. Especialmente, en un momento en que a las campañas en Jalisco se pretenden circunscribir a mensajes ambiguos, aburridos, discursos y promesas electorales que no se soportan en una argumentación lógica de cómo se llevarían a cabo. Las vuelven un fastidio para el votante, pues hoy están llenas de lugares comunes y generalidades que en definitiva sólo agotan a los futuros electores. En Jalisco, hasta ahora, las campañas se orientan a difundir frases huecas y sin contenido, que no permite al elector distinguir entre opciones.
Así que si queremos romper esta inercia de discursos fastidiosos, sin contenido, y entrar al fondo de quién es quién, las campañas electorales deben servir para para debatir también los temas relevantes de la coaliciones o candidatos, de quiénes las conforman, de qué representa cada opción y quiénes llegarían tentativamente al gobierno en Jalisco, su Congreso y sus municipios. Es necesario entrar al contraste entre las opciones que tendremos para votar. Que se de a conocer las ‘maduras’ y las ‘podridas’ de cada candidato, partido o coalición. El elector tiene todo el derecho a conocer algo más que generalidades…