La gestión del agua en Jalisco pasa, de sufrir estiajes extremos, al punto que las presas de la región, hoy, enfrentan desbordamientos que sitúan en riesgo a la población. Esta dualidad no es casualidad, sino el resultado de una planificación hídrica que, a pesar de las grandes inversiones, sigue mostrando serias deficiencias.
El monitoreo de las principales presas del estado, realizado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), revela una situación preocupante. De las 24 presas monitoreadas, incluyendo el icónico Lago de Chapala, tres se encuentran al 100% de su capacidad, once superan el 60%, y el resto se mantiene a la mitad de su capacidad.
En este contexto, la recién inaugurada presa ‘El Zapotillo’, que se suma como la número 25 en Jalisco, ha captado la atención tanto por su capacidad de almacenamiento, como por las controversias que la rodean. Con 46 millones de metros cúbicos de agua, la presa se encuentra ya al 100% de su capacidad. Se espera que su aporte de 2 a 3 metros cúbicos por segundo pueda aliviar la demanda en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), pero los problemas que enfrenta la región van más allá de la capacidad de una sola infraestructura.
El caso de la tragedia en Zapotlanejo, donde el desbordamiento de la presa privada ‘La Tecata’ provocó la muerte de un joven y daños a 159 viviendas, es un trágico recordatorio de las consecuencias de una gestión hídrica deficiente. Esta presa, con más de 50 años de antigüedad y sin mantenimiento adecuado, carecía de las compuertas necesarias para desfogar el exceso de agua, lo que, combinado con la invasión de su cauce por construcciones irregulares, resultó en un desastre anunciado.
Pero ‘La Tecata’ no es un caso aislado. En la misma ZMG, los vasos reguladores como ‘El Deán’ y ‘Mártires de Cananea’, se han desbordado en repetidas ocasiones, afectando a cientos de viviendas. A pesar de las advertencias y los riesgos latentes, las autoridades locales han sido lentas en implementar las medidas necesarias para evitar nuevas tragedias.
La rehabilitación de los arroyos, la creación de corredores ecológicos y la inversión en infraestructura verde, son decisiones esenciales para construir una resiliencia real, ante las crisis hídricas que enfrenta la región.
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