Imagen: Nueva Tribuna

Jalisco acusa, desde hace años, la ausencia de un partido de oposición, en el estricto rigor del término. Jalisco no registra, en la actualidad, un partido que se comprometa con la crítica fundamentada, y con autonomía, efectúe el análisis de las alternativas de las decisiones. La buena práctica de la oposición radica en la expectativa de llegar a formar gobierno. Precisamente, los partidos que intentan la oposición, sin expectativa de llegar a formar gobierno, generalmente caen en la política de la súper oferta, en el rol de ‘paleros’ del gobierno en turno o en posturas fundamentalistas antisistema.

La oposición cumple una actividad muy relevante, tanto en la arena electoral, como en los debates y decisiones en el Poder Legislativo. La oposición es el derecho que corresponde a las minorías a criticar a las mayorías. Significa la expresión de planteamientos antagónicos, pero de forma articulada. Es esa tarea fundamental en un proceso político democrático, que da lugar al cambio y a la innovación. Sin oposición, no están garantizadas las más elementales libertades. Jalisco no sólo debe celebrar elecciones justas. Además de la participación política de los ciudadanos, un partido de oposición debe situar énfasis en la cultura política, la extensión de las libertades sociales y la funcionalidad del gobierno. Para ello es indispensable el ejercicio responsable de la oposición. La complicidad, el chantaje para conseguir el soborno, son precisamente la antítesis del correcto ejercicio de la oposición.
A un auténtico partido de oposición corresponde fiscalizar de cerca las tareas del gobierno, equilibrar sus procesos, constituirse en un contrapeso y, eventualmente, denunciar ante la autoridad los desvíos o la corrupción. A un partido de oposición no corresponde entorpecer, o lucrar con el aval legislativo a cambio de dádivas o cuotas de poder. Corresponde a la oposición proponer alternativas, abrir el debate de los temas relevantes para la sociedad y transparentar los argumentos antes de decidir. A un partido de oposición concierne vigilar que la legalidad se observe.
Jalisco necesita un partido que dé curso institucional a la natural e innegable disidencia de algunos ciudadanos, respecto de sus gobiernos. Un partido de oposición debe ser opción para dar expresión institucional a las expectativas de cambio y a la inconformidad. Un partido en verdadera oposición, va mucho más allá de una euforia de campaña, sacada del manual del demagogo. La salud democrática de Jalisco, la división de poderes y el equilibrio entre los mismos descansan, en buena medida, sobre la existencia o no de una auténtica y relevante oposición política.
Jan-Werner Müller señala que “la democracia, en definitiva, requiere oposición”. “Hay que respetar los fueros de la oposición política, que implica el ejercicio del gobierno constitucional democrático”, apunta el doctor Rodrigo Borja. Cuando no existen partidos de oposición, no se puede sostener que subsista una forma democrática. Como señaló Bobbio, “la oposición política sólo es propia de la democracia”. Efectivamente, las prácticas autoritaristas, no asumen el derecho a defender la oposición, como instrumento político; sino que lo advierten como motivo de conflicto.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/existe-oposicion-en-jalisco