Mucho ha acontecido desde aquel 11 de marzo de 2020 en que la OMS categorizó al coronavirus como una pandemia. Actualmente, son cuatro las variantes que han ‘encendido las alarmas’ en el Planeta: Alfa, Beta, Gamma y Delta, detectadas originalmente en Reino Unido, Sudáfrica, Brasil e India, respectivamente. El dato de aquí resulta muy importante, toda vez que Reino Unido, Brasil, India y Sudáfrica, son las naciones que registran el mayor número de casos confirmados en la Unión Europea, América Latina, Asia y África respectivamente.
De modo que el problemático acontecimiento no es para nada azaroso. ¿Por qué? Porque como menciona Matthew Binnicker, Ph.D., director del Laboratorio de Virología Clínica de ‘Mayo Clinic’ (E.E.U.U.) cuanto mayor es el número de replicación del virus, derivado del contagio en las personas; mayor es la probabilidad de que en el virus se produzcan ‘errores’ en su genoma, mutaciones, que son las que dan lugar a estas peligrosas variantes.
Siendo así, de poco sirve el acaparamiento de los países más ricos sobre las vacunas —lo que parece se acentuará aún más con la eventual aprobación de la ‘terceras dosis’—, cuando países generalmente pobres o de ingresos medios experimentan un caos epidemiológico en su territorio (Indonesia, p. ej.), por tener ínfimos niveles de inmunización, lo que termina por crear nuevas variantes, que tienen efectos replicadores y devastadores a nivel global. Por esta razón, la OMS se opone a la ‘tercera dosis’ de las vacunas, que ya empieza a discutirse en el mundo entero.
Con relación a ello, la farmacéutica Pfizer reconoció la semana pasada que su vacuna “pierde efectividad” después de seis meses de ser aplicada [ya incluso anunció que solicitará la autorización para inocular una tercera dosis en E.E.U.U.]. La reacción por parte de Israel fue inmediata: el pasado lunes, se convirtió ya en el primer país del Mundo en autorizar la aplicación de una tercera dosis (de Pfizer) contra el covid-19, aunque por ahora ésta sólo se realizará en personas inmunodeprimidas. No obstante, ya se evalúa la necesidad de hacerlo en todos sus connacionales.
Pfizer encontró que la efectividad de su vacuna contra la variante Delta había disminuido del 90% al 64%. No obstante, a pesar de ser la única farmacéutica que se ha pronunciado al respecto, existe cada vez más un consenso generalizado por parte de los especialistas por reforzar la inmunización con una tercera dosis, debido a las nuevas variantes. Y es que estudios preliminares por centros de investigación, indican que las nuevas variantes podrían disminuir de entre 20 y 30 puntos porcentuales la efectividad de las vacunas.
Resulta importante tener en cuenta la atinada reflexión del Dr. Alejandro Sánchez Flores, encargado de la Unidad de Secuenciación Masiva y Bioinformática, de la UNAM, en el sentido de que las vacunas son como un “cinturón de seguridad”, en la medida en que previenen sensiblemente los desenlaces fatales en siniestros, pero no otorgan invulnerabilidad ante la irresponsabilidad social. De modo que conducir responsablemente, con cinturón de seguridad, mitiga al máximo los riesgos fatales; y exactamente lo mismo ocurre cuando se está vacunado, y se siguen acatando los protocolos de sanidad frente a la pandemia.
Mi columna también la puedes ver aquí, en Milenio.