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Resulta oportuno preguntarse ¿cuál es la importancia de la ciencia para afrontar enfermedades como el coronavirus? El carácter sustantivo de la ciencia va desde la prevención hasta la gestión de una pandemia, para encontrar finalmente su cura [con el hallazgo de una vacuna]. El jueves pasado, el premier británico, Boris Johnson, dio a conocer su ‘estrategia’ contra el coronavirus basada en la ‘mitigación’ y la ‘inmunización del rebaño’. 

La premisa del gobierno inglés partía de asumir que en el corto plazo la mayoría de la población -sin importar las medidas- iba a ser contagiada del Covid-19 [la canciller alemana, Angela Merkel, en días anteriores, había anunciado que entre el 60% y 70% de su población contraería la enfermedad]. Esta medida era diametralmente opuesta a la de China, que ha resultado ser altamente exitosa y reconocida por la ONU, basada en la ‘supresión’ y el ‘aplanamiento de la curva’. El modelo británico de ‘mitigación’ consiste en únicamente aislar a las personas contagiadas, y con el tiempo buscar la inmunidad contra la enfermedad en personas que han sido ‘contagiadas’ y ‘recuperadas’; mientras que el modelo chino de ‘supresión’ consiste en emplear la ‘distancia social’ con el cierre y suspensión de centros de concurrencia masiva, y el decretar zonas específicas de cuarentena que aplican tanto a contagiados como no contagiados. Inmediatamente, la medida del Primer Ministro del Reino Unido fue duramente criticada por la comunidad científica. 
 
Días después, el Imperial College de Londres publicó un modelo matemático en el que evidenciaba que la peor estrategia para afrontar la situación era la defendida por Boris Johnson: en el corto plazo predecía más de 510 mil personas muertas y la saturación de los servicios de salud en aquel país. Por el contrario, con medidas drásticas de ‘distancia social’ se lograría ‘aplanar la curva’ en el sentido de que el número de contagios se ralentizarían de manera importante permitiendo una mejor atención a los enfermos, en virtud de que las instituciones sanitarias no serían colapsadas, lo que derivaría en un número de muertes considerablemente menor. No obstante, el día de ayer, los datos dieron otro importantísimo revés a Boris: un hombre japonés de 70 años ya ha contraído el Covid-19 en dos ocasiones. La inmunidad contraída después de su afección queda ya descartada. 
 
Debe advertirse que las medidas para el Reino Unido fueron sugeridas por el asesor científico del Gobierno de la Gran Bretaña, Sir Patrick Vallance. Lo anterior, deja de manifiesto dos escenarios complejos para la ciencia: 1) la comunidad científica oficialista o adscrita al gobierno, esto es la no descentralizada, suele ser errada en sus predicciones; y 2) el peor enemigo de la ciencia, ante el tratamiento de pandemias, son los liderazgos que priorizan la polarización ideológica de cara a una pandemia. Estos desestiman todas las advertencias y medidas de contención de la comunidad científica, para ser las entidades -en estos países federados- las que asuman la iniciativa con medidas de ‘distanciamiento social’ para afianzar el ‘aplanamiento de la curva’ en los casos atendidos por el sector salud, justo para evitar su colapso. 
 
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