El partido en el gobierno posee una mayoría en el Congreso de Jalisco, y volverá a contar con ella durante la siguiente Legislatura. Ocurrirá, fundamentalmente, por la alianza con el Partido Acción Nacional, que lleva décadas administrando las migajas de sus derrotas, y subastando caro su complicidad en el Legislativo. El liderazgo de los diputados del partido en el gobierno, es bien sabido que se encuentra fuera del Congreso, y no precisamente en la estructura del partido. El jefe máximo de Movimiento Ciudadano, en Jalisco, es indiscutiblemente el titular del Ejecutivo. Es una vieja regla de la época hegemónica priista, que se ha restaurado con predominio, a pesar de la alternancia. Pero la verdadera contrariedad, es la falta de convicción de los legisladores locales para asumirse como representantes populares, y conducirse como integrantes de un poder con plena autonomía.
Las urnas le proveyeron una mayoría al partido en el gobierno. Esa mayoría será conducida bajo ese liderazgo que ellos reconocen solo en el Poder Ejecutivo de Jalisco. Esa es una realidad, que ocurre como consecuencia de los votos de la pasada elección. En democracia, las leyes que rigen la dinámica funcional entre los poderes y órganos constitucionalmente autónomos, se aprueban precisamente bajo consensos aprobados por mayorías. De forma que la aritmética es, en efecto, el principio rector del consenso democrático —mismo que, a su vez, se constituye como la herramienta por excelencia para la conciliación racional y civilizada de los intereses agregados en una sociedad democrática para la detentación del poder (formal e informal)—.
La democracia implica el gobierno de las mayorías, cierto. Es bien sabido que ello supone, necesariamente, el pleno respeto, protección y tutela de las minorías, así como el legítimo derecho a la OPOSICIÓN POLÍTICA. No obstante, no todas ‘minorías’ representadas en el Legislativo, disponen de las mismas facultades para ejercer el derecho a la oposición. En todo caso, la incidencia de las minorías en la formación de la voluntad política de Jalisco, se puede tronar efectiva, solo cuando éstas construyan algún tipo de COALICIÓN: coaliciones legislativas o por proyecto legislativo. Cuando fuerzas parlamentarias se unen para aprobar una reforma que requiere mayoría absoluta o calificada, o impiden que suceda en el ejercicio pleno de la oposición, por razones que son públicas.
Construir y articular un discurso político, desde una coalición legislativa de oposición, plenamente coherente, fundamentada y consistente, solo será viable si puede definir y acordar respaldo a ‘causas sociales’. El desafío está en alcanzar, en su carácter de representantes de la oposición, ¡darle cauce al trabajo parlamentario como soporte a los movimientos sociales! Entonces sí podrían superar la apañadora numérica de una mayoría que ni los quiere ver, ni los escuchará. Para que las minorías representadas en la siguiente legislatura, alcancen cierta incidencia y trascendencia en su tarea de oposición, habrán de sopesar la realización de trabajo legislativo con enfoque a los movimientos sociales. Esos que las mayorías legislativas repelen, minimizan y que encarnan auténticas reivindicaciones sociales que, hoy por hoy, nadie representa en el Congreso.
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