El 1 de abril de 2025 marcó un parteaguas en la historia de la Universidad de Guadalajara. Por primera vez en más de dos siglos, una mujer asumió la Rectoría General. El acto no fue solo simbólico, ni se limitó al protocolo. El discurso de la Rectora general, Karla Planter, fue, en fondo y forma, una declaración de principios, una hoja de ruta y una toma de posición frente al momento que vive la universidad, el estado y el país.
Su discurso fue consciente del tamaño del reto y de lo que representa ser la primera mujer en un cargo históricamente masculinizado. Pero también fue segura. Planteó una visión profundamente humanista de la institución, un concepto que, dicho así, podría sonar abstracto, pero que ella fue aterrizando con claridad a lo largo de su intervención.
¿Qué significa una universidad humanista en este contexto? Significa, ante todo (como ella lo explicó), colocar al ser humano —con su dignidad, su historia y sus derechos— en el centro del quehacer universitario. Significa entender que educar no es solo formar profesionales funcionales, sino ciudadanos conscientes, críticos y empáticos. Significa, también, que la universidad no puede ser neutral ante el dolor social ni indiferente ante las desigualdades que atraviesan la vida de sus estudiantes, de sus académicos… de su comunidad.
La Rectora dejó claro que su gestión no girará en torno a la administración técnica, sino al compromiso ético. Al hablar de una universidad más igualitaria e incluyente, no solo reconoció las deudas históricas internas —con las mujeres, con las y los estudiantes de regiones, con los grupos marginados—, sino que dejó ver que su rectoría buscará reducir esas brechas estructurales. La inclusión, en su visión, no es un discurso vacío, sino una estrategia institucional.
El anuncio de una red de hospitales civiles en las regiones de Jalisco va en esa línea. No puede entenderse únicamente como un proyecto de infraestructura médica. Se trata, en realidad, de una propuesta profundamente estratégica que articula la vocación social de la universidad con una visión territorial del bienestar. Esta iniciativa reconoce que el conocimiento generado en las aulas, los laboratorios y los centros de investigación no debe permanecer confinado al ámbito urbano o metropolitano, sino traducirse en soluciones tangibles para las comunidades más apartadas y vulnerables del estado. Con ello, la universidad asume una responsabilidad activa en la transformación del sistema de salud, no como observadora, sino como protagonista.
No basta con formar médicos o investigadores de excelencia; es necesario garantizar que su trabajo tenga un impacto directo en la vida de quienes históricamente han sido excluidos del acceso digno a los servicios hospitalarios. La salud, como la educación, no puede ser privilegio de quienes viven en ciertos códigos postales.
Este proyecto abre la puerta a un modelo de formación médica más contextualizado, más empático y más comprometido con la realidad de las comunidades. Llevar la práctica clínica a escenarios regionales permitirá no solo mejorar la cobertura sanitaria, sino también formar profesionales con una sensibilidad más amplia hacia la diversidad y complejidad de los entornos donde ejercerán su vocación médica. En suma, lo que está en juego no es solo una mejora en la infraestructura hospitalaria, sino la redefinición del papel que la universidad debe jugar en el tejido social de Jalisco.
También hay que subrayar su apuesta por la ciencia y la investigación, que se manifiesta en la creación de nuevas vicerrectorías especializadas. Lejos de ser un reacomodo burocrático, esto parece apuntar hacia una reorganización del conocimiento para enfrentar los retos complejos del presente. En un momento donde la desinformación y el desprecio por la evidencia científica ganan terreno, el respaldo institucional a la investigación rigurosa es un acto de resistencia.
La Rectora Karla Planter comienza su rectoría con una promesa. Construir una universidad más humana, más justa y más consciente de su papel social. El enfoque y la claridad de su mensaje permiten pensar que no estamos solo frente a un relevo sexenal, sino ante un intento fundado de reimaginar lo que la Universidad de Guadalajara debe y puede hacer.
https://www.milenio.com/opinion/gabriel-torres-espinoza/con-pies-de-plomo/mas-alla-del-campus