En el papel, la creación de una Agencia Metropolitana de Gestión de Residuos parece responder a una lógica incuestionable. Unificar criterios, compartir infraestructura, profesionalizar el servicio y enfrentar una problemática creciente con una visión de escala regional.
Resulta especialmente contradictorio que Tlajomulco, uno de los municipios más afectados por la ineficiencia en la gestión de residuos, opte por desmarcarse del esfuerzo metropolitano y mantenerse atado a la empresa Caabsa Eagle. Esta decisión, más que una postura soberana, revela una peligrosa tolerancia a un modelo privatizado que ha acumulado señalamientos por opacidad, mal servicio y condiciones contractuales lesivas para el interés público. Persistir en ese esquema no es una defensa de la autonomía municipal, sino una renuncia deliberada a transformar un sistema que ha fracasado. En lugar de asumir un rol propositivo en la construcción de un nuevo modelo regional, Tlajomulco decide conservar una estructura desgastada, que beneficia a privados y posterga soluciones integrales.
La gestión de residuos sólidos en Jalisco es una crisis soterrada. Apenas el 5.2% de lo recolectado en el país se trata en plantas especializadas. El resto se entierra, muchas veces sin controles, generando contaminación de aguas subterráneas, emisiones de metano y afectaciones directas a la salud pública. En el estado, los rellenos de Los Laureles y Matatlán simbolizan este fracaso.
La información ofrecida por el INEGI, MIDEJalisco y la Proepa es contundente. Más de la mitad de los municipios ni siquiera tiene esquemas básicos de recolección diferenciada. La mayoría opera en la informalidad o en condiciones de precariedad extrema. Mientras tanto, se siguen aprobando convenios sin garantizar la mínima capacidad técnica y operativa para cumplirlos.
La clave está en redefinir cómo se construye lo metropolitano. Una agencia de residuos puede ser un paso adelante si parte del consenso informado, si distribuye recursos con criterios de justicia ambiental y si garantiza un control técnico y social auténtico. Si, en cambio, repite el patrón del SIAPA, terminará convertida en otro cascarón institucional, incapaz de transformar el problema que dice querer resolver.