Hace 54 años, cuando se creó la Dirección de Pensiones del Estado, la institución era ejemplo a nivel nacional de política de seguridad social para los trabajadores al servicio de los gobiernos de los estados y sus municipios. Hoy, el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) es modelo de irresponsabilidad, impunidad y corrupción. Quién iba a imaginar que el organismo concebido por Agustín Yáñez, e institucionalizado por Francisco Medina Ascencio, terminaría convirtiéndose en el más grande monumento a la corrupción en el estado de Jalisco.

El Ipejal parece todo, menos un instituto que salvaguarde el interés superior de los derechos y las prestaciones de sus afiliados, beneficiarios y pensionados. Opera como un saqueador vil, despiadado y sin escrúpulos. No obstante, a pesar de registrar una alternancia de tercera generación (PRI-PAN; PAN-PRI; y PRI-MC), las irregularidades y malos manejos persisten en el Instituto. El ‘brazo’ de la refundación parece no poder (¿querer?) alcanzar a un Ipejal gangrenado de corrupción, y atestado de pillos.

De forma que ese fondo que reúne las aportaciones de los trabajadores del Estado de Jalisco, es, desde con el gobierno de Emilio González Márquez, donde se fraguan los más gordos fraudes y negocios ‘al estilo Jalisco’. Eso sí, con el dinero de las pensiones de los trabajadores al servicio del estado de Jalisco. La ausencia absoluta de controles en Ipejal, con un Consejo Directivo a modo y un Comité de Inversiones plagado de irregularidades, atrae a todo tipo de vivales para acceder al indefenso dinero de las pensiones y jubilaciones de los trabajadores. Estos depredadores del dinero de las pensiones de los trabajadores, proponen de inmediato un ‘fideicomiso irrevocable’, en contubernio con las autoridades del Ipejal. Pero como el ‘estilo Jalisco’ es usar terrenos o dinero ajeno, para que alguien pague los costos de la inversión y los ‘empresarios’ solo se embolsen la ganancia, el socio ideal es el indefenso dinero de Pensiones de Jalisco (Ipejal). Si el negocio se logra, ganan los vivales de la complicidad. Si el negocio fracasa, se pierde ¡solo el dinero que aportan los trabajadores al servicio del estado de Jalisco! Mientras tanto, el sindicalismo guarda silencio ante el despojo flagrante de que es objeto el dinero inseguro de los pensionados y jubilados.

Una cosa es invertir dinero del presupuesto del gobierno en un proyecto fallido; otra, terrible, significa utilizar del dinero que los trabajadores aportan para su pensión y jubilación, en proyectos no sólo malogrados, sino evidentemente fraudulentos. Los fondos que administra el Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) son “activos provenientes del ahorro acumulado de un grupo de personas, que se crea con el objetivo exclusivo de dar cumplimiento a un plan de pensiones. Tienen como finalidad pagar prestaciones o rentas vitalicias a los individuos que participan en el fondo, una vez tienen la edad de jubilación”.

RESULTA PARTICULARMENTE ALARMANTE EL DÉFICIT ACTUARIAL DEL IPEJAL QUE HOY ¡ASCIENDE A 260 MIL MILLONES DE PESOS!

Cuando apenas hace tres años el monto de dicho déficit era de 57 mil millones de pesos. A efectos de dimensionar lo anterior, conviene destacar que el actual déficit actuarial del Ipejal es 2.2 veces mayor que el Presupuesto de Egresos del Estado de Jalisco 2019. Grosso modo, un déficit actuarial puede ser entendido como el saldo negativo resultante de las obligaciones futuras en materia de seguridad social [préstamos tanto a afiliados como pensionados; pago de las jubilaciones y a sus beneficiarios en caso de fallecimiento (viuda e hijos menores); y otras prestaciones previstas en la Ley (atención médica a trabajadores de Ipejal, p. ej.)] y el monto de los ingresos futuros para el pago de dichas obligaciones. En ese sentido, el déficit actuarial es de tal magnitud que, para 2027, podría desaparecer el Ipejal y con él las aportaciones, pensiones y derechos de los afiliados a este sistema de seguridad social previsto para los servidores públicos del Estado de Jalisco.

Son tres los factores que han propiciado el quebranto financiero del Ipejal: 1) la insultante corrupción en su manejo; 2) las inversiones hechas a la ligera, sin el más mínimo sustento y justificación en materia de viabilidad financiera (obra de esos genios financieros contratados); y 3) la pésima administración del Instituto. Una fórmula explosiva que colapsaría a cualquier institución pública.

Mi columna también la puedes leer aquí, en El Respetable.