La semana pasada se intentó un destape en falso. Con una clara mala fe, se esparció la versión de que en el Comité Nacional del PRI se perfilaba la candidatura de Arturo Zamora a gobernador. La versión circuló unas cuantas horas, causando el efecto deseado por sus promotores. Se trató de una filtración que provocó una aclaración, en voz del aludido. Buscó que fuera el mismo Zamora Jiménez quien dijera que no busca la candidatura de su partido al gobierno de Jalisco. Con ello, que pagara el costo por negarse a competir –injustificado-, cuando todas las encuestas le colocan como el candidato más rentable del PRI.
Pero la filtración condujo, también, a realizar las obligadas preguntas: ¿Por qué el PRI no competirá en Jalisco con su candidato más rentable? ¿Porque el más rentable no desea ser gobernador? Será que, ¿le parece poco la gubernatura de Jalisco? ¿Al Comité Nacional del PRI le interesan los votos de Jalisco? ¿Por qué no aplicará en Jalisco el criterio de la rentabilidad electoral? ¿Se negoció Jalisco o simplemente no creen que pueden ganar? Si Arturo Zamora no busca la candidatura a Gobernador por su partido, cuando las encuestas y buena parte de sus seguidores lo quisieran en la contienda, tal vez se debe a que Zamora advierte lo que a muchos nos resulta evidente.
A pesar de que el gobernador resulta bien evaluado, su partido marca un desplome en Jalisco. Después de la derrota en 2015, el reconocido primer priista de Jalisco renunció a construir un proyecto con capital político para competir la gubernatura, en condiciones de ganar. Su principal adversario a la gubernatura –Enrique Alfaro- se consolidó como la oferta electoral más sólida, debido al vacío –deliberado- de proyecto político electoral en el PRI y en el PAN. Zamora Jiménez sabe que competir por Jalisco le llevaría a una segunda derrota. Especialmente porque el equipo del gobernador, que de dientes para afuera reconoce el carisma de Zamora, no lo ayudaría con el ‘entusiasmo’ que se necesita en una competencia muy compleja.
Aristóteles será el responsable de la elección local. Esa –dicen- fue la condición para quedarse en Jalisco a terminar el mandato. Pero el gobernador gusta de jugar sólo con su círculo de amigos, aunque pierda… Así que empuja al más rentable – de entre sus amigos- para una competencia que sabe que es realmente difícil de ganar. No obstante –en ese cálculo-, aun perdiendo, gana. Si el grueso de la estructura con la que compita su partido, es de su primer círculo –las diputaciones proporcionales, por ejemplo-, al administrar correctamente la derrota asegura cierta continuidad en las decisiones de Jalisco. En resumen, no les preocupa la derrota. Zamora no será el candidato a gobernador, porque ni él, ni el gobernador, ni el candidato del PRI a la presidencia de México, observan que puedan ganar Jalisco.