En el corazón de Chapultepec, allí donde el Estado mexicano erigió en 1964 su templo secular más ambicioso, el Museo Nacional de Antropología (MNA), se aloja —más que una colección— un relato monumental del mestizaje como mito fundacional. Hoy, seis décadas después, esa misma institución ha sido reconocida con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2025, acaso como una tentativa de reconciliación simbólica entre dos naciones cuya historia compartida ha sido, en igual medida, fecunda y dolorosa.
No es un gesto menor. Se trata de uno de los galardones más prestigiosos del mundo hispánico. Otorgado por un jurado de 32 personalidades reunidas en Oviedo, el premio destaca al MNA como “espacio de reflexión sobre la herencia indígena” y como referente global en la investigación y conservación del patrimonio cultural. Pero este reconocimiento no puede disociarse del clima político en que ocurre, ni de las disputas diplomáticas recientes que han enturbiado el vínculo entre México y España.
La memoria es también un campo de batalla. En 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió una carta al rey Felipe VI solicitando una disculpa pública por los agravios de la conquista. El silencio fue estridente. La respuesta llegó, años después, en forma de exclusión. En 2024, el rey no fue invitado a la toma de protesta de Claudia Sheinbaum.
Es en ese contexto que el premio al MNA adquiere una resonancia particular. Se vuelve una estrategia de diplomacia cultural, un intento de tender puentes donde la política oficial ha cavado fosos. La cultura, siempre más sutil que la política, se vuelve la herramienta para limar asperezas que los gobiernos no han querido —o sabido— resolver. El reconocimiento al MNA es, en ese sentido, un gesto de Estado, aunque provenga de una institución civil como la Fundación Princesa de Asturias.
Más allá de los símbolos, el museo se sostiene por sus cifras. En 2024 recibió 3.7 millones de visitantes, de acuerdo con datos del INBAL y el INAH, duplicando incluso al Museo Nacional de Historia y superando con holgura al Palacio de Bellas Artes. México reportó un total de 48.4 millones de visitas a museos ese año, de las cuales 22.2 millones ocurrieron en la capital. Son datos que confirman el músculo cultural de la Ciudad de México.
El premio Princesa de Asturias llega también como espejo. Nos obliga a repensar la relación con España desde la complicidad crítica que la historia exige. Como apuntó el sociólogo Emilio Lamo de Espinosa, presidente del jurado en Ciencias Sociales y uno de los promotores de la candidatura, el MNA “es constancia de lo que fuimos, pero también de lo que somos”. Una institución no puede rehacer el pasado, pero sí puede volverlo comprensible. Y quizá, en esa comprensión compartida, radique una forma de concordia que no anule la diferencia, sino que la abrace.
POR GABRIEL TORRES
PROFESOR E INVESTIGADOR EN LA UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
@GABRIELTORRESES
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