El Presidente de la República ha expuesto, como nunca antes, las estratosféricas pérdidas derivadas del robo de combustibles en nuestro país. En efecto, se trata un acontecimiento de la mayor relevancia. Tan sólo en el último año (2018) el problema se cuantificó en poco más de 66 mil 300 millones de pesos. Con el objeto de dimensionar lo anterior, conviene destacar que el programa federal más importante para paliar la pobreza en México, PROSPERA [nació con Salinas como Solidaridad; Zedillo lo nombró Progresa; Fox lo denominó Oportunidades; y Peña Nieto, Prospera], obtuvo un presupuesto de poco más de 46 mil 899 millones de pesos. Esto es, ¡dispuso de un presupuesto 29 por ciento menor que lo que representó el robo de gasolina en México durante ese mismo año! Veamos otro botón de muestra para ejemplificar la magnitud de lo anterior: de acuerdo a la reconocida calificadora crediticia Moody’s, el costo de la nueva refinería que plantea construir López Obrador representará una erogación aproximada de 155 mil millones de pesos.
Si meditamos como referencia la cifra que representó el robo de gasolina, tan sólo en el último año, podría concluirse que cada tres años podría montarse una refinería en nuestro país, lo que aminoraría considerablemente -y desde hace tiempo- el costo del litro de gasolina. De este tamaño era el daño ocasionado por el robo de combustible, a razón de la deliberada impunidad con la que fue abordado, con el visto bueno de los presidentes –hay que decirlo–, durante los tres últimos sexenios.
El Jefe del Ejecutivo Federal denunció que el 80 por ciento del robo de combustibles se cometía desde dentro, desde Pemex, y tan sólo el 20 por ciento se hacía a través del mitificado ‘huachicoleo’: “nos hacían creer que [el gran robo de gasolina] era por la ordeña de los ductos (…) sólo fue una ‘cortina de humo’, una farsa porque en realidad este robo se permitía desde el gobierno”. Resulta revelador que, por ejemplo, tan sólo el 04 de diciembre de 2018, se llegaron a robar, desde Pemex, mil 113 pipas. Fue debido a la intervención directa de las fuerzas militares en las instalaciones de la paraestatal, comandadas por el Jefe del Estado, que el robo de pipas, el pasado 07 de enero ¡pasó a tan sólo 27! Las opciones son siempre perfectibles y deben ser siempre escuchadas. Cierto, la comunicación del gobierno federal ha dejado mucho que desear. Cierto, la estrategia alternativa de abasto, ha resultado absolutamente insuficiente. No obstante, es importante destacar que a escasos 40 días de tomar posesión del cargo, se mitigó la corrupción en Pemex, referente al robo de combustibles. Veremos si ésta queda impune o sólo se detuvo (¿habrá castigo a los responsables?). Es importante destacar que se trataba de un problema que crecía sostenidamente en cada sexenio: mientras que en 2016 las pérdidas por el robo de combustible ascendían a 30 mil 800 millones de pesos; para 2018, el número pasó a más del doble: ¡fue de 66 mil 300 millones de pesos!
Ahora bien, debe decirse que son aproximadamente 40 mil kilómetros de ductos los que tiene Pemex en México, mismos que representan más o menos el doble de la extensión que tienen las vías del ferrocarril en toda la geografía nacional. Desde el punto de vista técnico y humano es prácticamente imposible vigilar los 40 mil kilómetros de ductos con la tecnología que hoy dispone instalada Pemex. No debe perderse de vista que, en una sociedad abierta, democrática y plural, toda acción gubernamental, por más benévola que ésta sea, nunca queda –ni debe quedar– sin crítica. Por ejemplo: una obra de gran calado, como la Línea 3 del Tren Eléctrico, que costó casi 30 mil millones de pesos, entorpeció de manera importante los trayectos en prácticamente toda la Zona Metropolitana de Guadalajara ¡por cuatro años y medio! Por supuesto, la efervescencia del momento, ante una obra de esta magnitud, auspició muy naturales, entendibles y justificables quejas. Frenar el daño que se causa al país por el robo multimillonario de combustibles, naturalmente afecta muchos intereses, molestias y genera muchas reacciones –justificadas-. Pero contener el robo de combustibles es tan necesario, como igualmente indispensable será castigar a los responsables de la red de complicidad que permitía este daño a la nación.
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