El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha publicado los resultados del Censo Nacional de Poderes Legislativos Estatales 2024. Este ejercicio permite conocer, con datos duros, qué tan eficientes, productivos y responsables son los congresos locales del país. En el caso de Jalisco, los datos son tan contundentes como preocupantes. Somos líderes nacionales en cantidad de iniciativas presentadas, pero no en su aprobación. Dicho de otro modo, Jalisco liderea en simulación legislativa.

De las 32,109 iniciativas presentadas en los congresos locales del país, Jalisco registró 3,401, lo que equivale al 10.6% del total nacional. Sin embargo, apenas aprobó 628, es decir, solo el 18.5%. Este contraste entre la abultada cifra de iniciativas presentadas, y el bajísimo porcentaje de aprobación, es el reflejo de una maquinaria legislativa que trabaja más para simular, que para resolver. Lo importante no es el resultado, sino la estadística. El fin no es legislar, sino generar notas fáciles en la prensa.

Este Congreso, que se presume como el más productivo en el papel, también encabeza la lista nacional en cuanto a personal contratado, con 1,076 trabajadores. No es casualidad. Ya en 2022, el IMCO advirtió que el Congreso de Jalisco tenía 649 empleados de más. La investigación reveló lo que todo el mundo sabía, pero pocos decían en voz alta: que la nómina del Congreso era un botín político, repleta de “aviadores” y contratos por compadrazgos o cuotas partidistas.

Lo más grave es que, pese a estas advertencias y a un supuesto plan de reestructura aprobado en 2023, el Congreso de Jalisco decidió este año, ya en la 64 legislatura, aumentar la nómina. De 33 plazas vacantes se pasó a 37, bajo el argumento de que no hay “acuerdo político” para eliminarlas. En pocas palabras, se niegan a soltar la nómina, porque es ahí donde se pagan los favores y se asegura el control. El presupuesto del Congreso para 2025 es de 1,053 millones de pesos, de los cuales 923 millones —casi el 90%— se destinarán al pago de salarios y prestaciones. 

Lo que necesita el Congreso es recuperar su verdadera función: ser un equilibrio del poder, un espacio de libre deliberación pública, y un generador de soluciones legislativas para los ciudadanos.


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