Durante los seis años que encabezó la Rectoría General, Ricardo Villanueva no dejó de repetir que tenía “el trabajo más bonito del mundo”. Y no lo decía por cortesía ni por retórica, sino con la convicción de quien entiende la magnitud y el privilegio de liderar a la Universidad de Guadalajara, habiendo arrancado su trayectoria en las lides estudiantiles. Ser rector de una comunidad integrada por más de 340 mil estudiantes, miles de académicos y trabajadores, con presencia en todo el estado y un impacto profundo en la vida pública de Jalisco, no es sólo una responsabilidad institucional; es también una vocación que, en el caso de Ricardo, se vivió con entrega, entusiasmo y un compromiso cotidiano.
Villanueva cierra su rectorado con logros como la apertura de nuevos centros universitarios y preparatorias —entre ellos, los de Chapala, Tlajomulco, Tlaquepaque y Guadalajara—; la renovación total de las aulas, con más de 4,300 espacios actualizados y 83 mil butacas sustituidas; la admisión del 100% de aspirantes al nivel medio superior, gracias a una reingeniería institucional que hizo posible un crecimiento de más de 51 mil nuevos espacios; el rescate financiero del fondo de pensiones; la construcción del Hospital Civil de Oriente; y la conquista histórica del Presupuesto Constitucional para la UdeG. A ello se suma el posicionamiento nacional e internacional de la Red Universitaria, una sede en Los Ángeles y una oferta académica de más de 570 programas.
Pero más allá de las cifras, el Rector General supo conducir con cautela un relevo generacional que ya está en curso. Fue fundamental para allanar el camino para que, por primera vez en su historia, llegara a la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara una mujer con perfil académico sólido y trayectoria institucional considerable. Un cambio de época que, sin estridencias, comenzó bajo su rectorado, bajo un compás suave y elegante.
Desde las calles, pero también desde las decisiones políticas y legales, Ricardo Villanueva encabezó la batalla por la autonomía universitaria. Con visión y estrategia, logró lo que parecía imposible: gestionar para que en la Constitución del Estado, se inscribiera el derecho de la Universidad a recibir el 5% del presupuesto estatal, además de recursos etiquetados para infraestructura. Fue una victoria jurídica, política y simbólica que resguarda la independencia financiera de la casa de estudios y le brinda certeza hacia el futuro.
Villanueva fue un rector cercano a los universitarios. Su estilo directo, empático y decidido lo convirtió en un líder con legitimidad dentro y fuera de la Universidad. Deja una inercia virtuosa de crecimiento en matrícula, de expansión territorial y de compromiso social con Jalisco. Un rector que entendió que la Universidad no es ‘una torre de marfil’, sino un actor esencial del desarrollo regional y social.
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No es casualidad que hoy sea el rector mejor evaluado del país, de acuerdo con el ranking nacional de C&E México, que lo ha colocado tres veces consecutivas en el primer sitio. Tampoco es casual que, en un contexto de profunda transformación del sistema educativo nacional, haya sido convocado por la presidenta Claudia Sheinbaum para asumir, a partir de abril, la Subsecretaría de Educación Superior del país. Incluso, aplazando la invitación al término de su mandato como Rector general.
Cuenta una vieja fábula que un joven zorro, astuto, pero orgulloso, solía decir al resto del bosque que jamás sería guía de la manada. Eso es para quienes nacen con vocación de liderazgo, no para mí, repetía con desdén. Prefería moverse en silencio, construir su propio camino y evitar el reflector. Pero un día, cuando una gran tormenta desorientó a todos y puso en riesgo la seguridad del bosque, fue precisamente el zorro quien, con temple y visión, condujo a los suyos hacia un refugio seguro. Desde entonces, buscándolo o no, se convirtió en líder.
Así, como en la fábula, Ricardo Villanueva dice nunca sería gobernador, y hasta bromeó con que su destino era ser director del SEMS. Sin embargo, la vida —y el reconocimiento a su trayectoria— lo llevan ahora a asumir una de las mayores responsabilidades en la educación del país. Porque a veces uno no elige el cargo… el cargo lo elige a uno.
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