De 2000 a 2012, durante los gobiernos panistas de Fox y Calderón, nuestro país experimentó un inusitado ‘boom’ de la vivienda de interés social —que fue presumido con ‘bombo y platillo’ por estas administraciones—. Durante este periodo, fueron poco más de ¡100 mil millones de dólares! los que fueron invertidos en esta “política pública” por el entonces Gobierno Federal, según cálculos hechos por Los Ángeles Times en 2017. En efecto, se trató de una muy ‘jugosa’ bolsa a la que accedió el ‘Cártel Inmobiliario’. “También constituyó una catástrofe social y financiera en cámara lenta”, según consignó este diario norteamericano en ese reportaje. Y es que el asunto no es para nada menor: si el grotesco caso del Fobaproa significó un fraude que superó los 65 mil millones de dólares, la evidente defraudación en el falaz acceso de un derecho humano y constitucional, correspondiente al disfrute de una “vivienda digna y decorosa”, tuvo un monto 54% mayor: ¡100 mil millones de dólares!

Destaca la insultante impunidad que reviste a estos inhumanos complejos habitacionales que han sido construidos por ‘desarrolladores’… de funestas calamidades. De forma que el acceso a agua potable —también un derecho humano—, en estos “hogares”, resulta una quimera. Caóticos y ecocidas “sistemas de aguas residuales” se encuentran claramente omnipresentes en estos fraccionamientos. Escuelas que nunca fueron construidas en sus inmediaciones, aún evocan las promesas incumplidas.

Los supuestos parques y áreas verdes, a las que sus defraudados habitantes tendrían derecho, lucieron solo en la maqueta. Unidades habitacionales, algunas incluso de 30.1 metros cuadrados, contrastan con la grandilocuencia constitucional de un derecho humano que asegura ‘dignidad’ y ‘decoro’ en su construcción. La ausencia de una robusta red de transporte público, no sólo limpio y seguro, sino eficiente y suficiente en los traslados, suena más a ‘realismo mágico’ en las interminables promesas discursivas de gobiernos que ofrecen resolver algún día el problema. Por mencionar tan sólo algunas de las emblemáticas contrariedades que acompañan a esos ‘desarrollos de vivienda’.

Todo lo anterior ha ocasionado un lastimoso fenómeno social a manera de oxímoron: “viviendas” en las que nadie vive, ni quiere vivir. Así es como, entre 2005 y 2012, se disparó en un 107% el total de viviendas de interés social abandonadas. Actualmente, de acuerdo con el presidente de la República, en el país, son poco más de 650 mil las casas abandonadas —OJO— nada más del Infonavit [70 mil de ellas se encuentran tan sólo en Jalisco].

Con la claridad popular que le distingue en su discurso, en marzo pasado, el presidente recargó y condenó este fraudulento suceso al señalar: “ese es el saldo de la corrupción en materia de construcción de unidades habitacionales, sólo con el propósito de beneficiar a gente cercana al gobierno, a familiares de servidores públicos, a partir de la construcción en zonas apartadas, de alto riesgo, sin servicios, agua, en donde nunca se pusieron escuelas, guarderías ni centros de salud”. Actualmente son 6.1 millones de viviendas abandonadas en el país, no obstante, se continúa depredando espacios de valor ambiental, para entregarlos al ‘Cártel Inmobiliario’.

Mi columna también la puedes encontrar aquí, en Milenio.

A propósito de esto, Georgina García Solís de UDGTV Canal 44 hizo una investigación sobre las políticas de vivienda en México, encuéntralo aquí.